Las Arenas, 28 de Abril de 2014
Tenemos varias PELICULAS MUY INTERESANTES QUE VER EN LA CARTELERA, ahora que podemos hablar de cine sin referirnos a la de los Ocho apellidos vascos, de la que todo el mundo habla y que se ha convertido en una peli de visión casi obligatoria a nada que se quiera hacer un poco de vida social. Todo el mundo la ha visto, todos la comentamos. Vale, pero ya, ¿no?
LA VIDA INESPERADA
Dedicamos el sábado a una peli española, escrita por Elvira Lindo y dirigida por José Torregrosa. Se titula «LA VIDA INESPERADA» y hace honor a su título, pero no a lo que significa sino a lo rápido que se olvida un título con tan poco gancho y tan inelocuente. Es agradable, tiene numerosos aciertos, pero no es cine grande, parece que vocacionalmente juega a peli pequeña, de esas que cuentan modestos problemas y proyectos personales o profesionales, que abordan no demasiado dramáticas frustraciones familiares…, en fin, una medianía pero no exenta de encanto y sensibilidad con algunos personajes (la madre de Javier Cámara), ideas (las conversaciones vía Skype del hijo en Nueva York y la madre en Logroño) y situaciones interesantes (dos primos no muy allegados que no saben si se detestan o se aprecian, y cuyos recuerdos de la poca infancia que compartieron difieren mucho) que apuesta por no transgredir la línea de confort de un sábado tarde. Y lo logra a satisfacción.
En el debe de «LA VIDA INESPERADA», las excesivas referencias a las pelis neoyorkinas de Woody Allen (la banda sonora, por ejemplo, es clavadita a las de sus filmes) y al modo en que e genio fotografía «su» Manhattan; la inexpresiva, poco convencida (y nada convincente) interpretación de ese buen actor que es Javier Arévalo, al que incomprensiblemente el director (¿no se hizo trabajo de montaje, oiga?) regala una y otra vez primeros planos que no añaden nada a la peli, más bien despistan al espectador, y la flojera dramática (no hay acontecimientos fuertes, todo es suavecito, y ocurre como poco a poco), la falta de punch, de intensidad, de fuerza, de lo narrado.
A cambio, la peli se deja ver sin problema, los personajes están más o menos bien diseñados y te los crees; se sigue con interés la -eso sí, mil veces vista- peripecia de los dos personajes principales y de los tres o cuatro secundarios, todos ellos a buen nivel, porque el guión está escrito con cariño también para ellos.
A pesar de su previsibilidad absoluta (la costurera «amelie» que regresa, el primo que vuelve a casa porque no se atreve a dar el gran paso de quedarse en NY con una mujer a la que de verdad parece querer…), el interés se sostiene, sin alardes pero sin decaer demasiado, hasta el mismo final. El ritmo de la peli, salvo algunos desfallecimientos y momentos de morsidad excesiva que deberían haberse evitado (con lo bien que están las secuencias en la tienda delicatessen y su simbología con la infancia de Cámara, qué flojas y poco relevantes son las del bar) no decae, al introducirse hitos que, unas veces por estética (escena estupenda de paella en la terraza, con sabrosas conversaciones) y otras por contenido narrativo (el exlibrero argentino y ahora tendero fino le convencea Cámara de que el tiempo de soñar con ser actor quizá ha pasado ya y toca cambiar de profesión, y no decimos más) aportan imputs de atractivo al desarrollo del cuento. Comedia dramática generacional, plagada de melancolía y buen gusto (aun siendo muy convencional, y enmarcable dentro de la estética de lo alternativo pero sin pasarse), políticamente ultracorrecta -sección progresía bien instalada en el mundo, muy dada a las añoranzas del pueblo y tal pascual, pero visto desde el semilujoso apartamento urbano soleado-, «LA VIDA INESPERADA» es una peli que no decepciona (todos conocemos a Elvira Lindo y sabemos qué podemos esperar de su universo creativo, y de José Torregrosa sabemos que hizo una ambiciosa- y demasiado confusa- primera peli, «Fin», que vimos hace no tanto en el Plus, pero aún está comenzando su carrera y en esta se habrá dejado llevar, no se ven huellas de autoría), pero difícilmente entusiasmará a nadie que vaya al cine a algo más que pasar el rato.
EL PASADO
En realidad, queríamos comentar una peli buena de verdad,»EL PASADO», que vimos ayer en los Golem Alhóndiga bilbainos aunque la han tenido unos días en los cines del Puerto Deportivo de Getxo (en horario solo de noche; además, la han quitado a todo correr, igual que hicieron con otra peli estupenda, «Ida»). «El pasado» es una más que notable peli escrita y dirigida por el iraní Asghar Farhadi, quien nos dejara encantados en 2011 con «Nader y Simin, una separación» una de las mejores películas de los últimos años. Pues bien, «EL PASADO» es un melodrama familiar sobria y contenidamente interpretado por un elenco perfecto en el que destacan Berenice Bejo (la deliciosa prota de «The artist») al dar rostro y sentimiento a un personaje complejo y con sus zonas oscuras (¿puede ser egoísta e insensible una madre con su hija?) y Tahar Rahim, al que siempre recordaremos por su increíble «Un profeta», pero lo hacen dejando espacio al lucimiento del semidesconocido Babak Karimi y de dos niños y una adolescente que lo bordan cada vez que aparecen en escena.
Quizá el mayor acierto de la peli sea el propio cuento, edificado con mimo, materiales de primera, gran precisión constructiva y, sobre todo, impecablemente mostrado, con paciencia, delectación con los detalles éticos (¿cuánto de riguroso debe ser un padre para corregir -además, en público- una conducta inadecuada de su hijo, aunque esta no haya sido demasiado reprobable?) y estéticos (la casa con jardín está fotografiada, hasta en su más minúsculo rincón, con exquitez e, importante, con mucho sentido dramático), contándonos las cositas poquito a poco, acertando con los momentos en que se introducen los elementos, las nuevas informaciones que irán enriqueciendo -incluidos dos o tres muy logrados golpes de efecto- el interés por lo que ocurre y mantendrán en vilo al espectador a lo largo de toda la narración, hasta su portentoso final, hasta la última escena.
Los exteriores e interiores muy bien iluminados, algunos encuadres misteriosos y atinados que añaden tensión y emoción, los pocos pero bien definidos personajes, la naturalidad, crudeza y fuerza huracanada de diálogos/discusiones y miradas, la casi ausencia de música y la sabia -y coherente con lo expuesto- puesta en escena, junto a un desarrollo del guión que se nos antojó modélico, con ese suspense y tensión tan bien dosificados y sostenidos, van generando en nosotros una satisfacción que desborda con unos soberbios últimos quince minutos de cine grande y emocionante, sin imposturas ni gracejos oportunistas, que parece proponer que revisemos con honestidad, energía y sinceridad las partes más oscuras, incluso inconfesables de nuestro pasado, si nos impiden avanzar y permitir una comunicación y una relación fluida con quienes nos rodean.
Esa cierta convencionalidad, esa factura tan europea y tan, cómo decirlo, comercial y poco o nada sorprendente/innovadora, que a su vez la convierte en paladeable por casi todo el mundo, es quizá lo que hace que «El pasado» no nos parezca tan 100% recomendable e imprescindible como «Nader y Simin, una separación», pero ello no obsta para que pensemos que «El pasado» es una de las pelis más interesantes de lo que va de año y que, sí o sí, hay que verla.
Dura más de dos horas que se pasan como un suspiro por mucho que el Athletic haya comenzado ya su partido clave del año, si bien creemos que un tijeretazo de 20 minutos habría mejorado el conjunto. En ambas pelis, curioso, el tema va de separaciones y de problemas relacionados con los hijos.