¿sin florituras y a brochazo limpio? Acabamos de escuchar en la radio al reputado politólogo francés y experto europeísta SAMI NAIR (cuyos sesudos artículos hemos leído durante años en un periódico de ámbito nacional), que “España, al igual que Portugal y Grecia, puede a fecha de hoy considerarse un país del Tercer Mundo, sobre todo si comparamos su realidad con la de Alemania y los países del Norte de Europa”.
Y asegura Nair que a su país, tan o más enfermo que el nuestro, le espera la misma medicina -y similares convulsiones en forma de crisis e incluso quizá de paro de dos dígitos para siempre-, que al nuestro. Pues que se vayan preparando los gabachos, que buena les espera. Porque, reconoce Nair, los franceses no están preparados para el golpe de estado económico que les viene encima, y es que creían que su –al parecer, casi modélico- Estado de Bienestar, una auténtica seña de identidad gala, era poco menos que invulnerable y, por supuesto, intocable. Y, para añadir más dramatismo y dificultades, dice Nair que su grandeur, sus ínfulas –muy instaladas de en el imaginario colectivo- de país de reconocida talla económica y cultural y de gran influencia en el escenario político mundial, va a impedir a los franceses encajar- y asumir su necesidad- los zarpazos que el drástico plan del nuevo gobierno socialista (con primer ministro de origen español, que ya es casualidad) les está comenzando a imponer. Vamos, que Hollande les ha acabado engañando (prometió al ganar las elecciones impulsar el crecimiento, y no rendirse a los alemanes) y, como ha hecho todo el sur de Europa, acabó transigiendo -tres o cuatro años después que España-, ante la Merkel y sus empresas y sus banqueros, cediendo soberanía al poder teutón y nórdico y aceptando sus durísimos planes de austeridad, recortes del gasto público y tal fatal, que nos sabemos la historia pero que muy bien. Nos ha dejado con mal cuerpo escuchar a este especialista (un hombre de izquierdas que siempre nos ha parecido lúcido, sensato y, en su radicalidad, bastante ponderado), pero es que las cosas están como están. Y habrá que asumirlo. Porque lo de cambiarlas está muy crudo, ¿o no? Mandan quienes tienen la pasta, quienes nos han prestado el dinero a los países menos competitivos y más gastones. Nos tienen cogidos por ahí, dictan nuestras políticas económicas y nos han llevado a donde estamos, con unos índices de paro récord en los países desarrollados, unos trabajos precarios y unos salarios cada vez menores. ¿O, al contrario, fuimos nosotros quienes nos hundimos solitos y sin ayuda nadie y ahora ellos nos están echando un cable para salir del pozo, sacando, eso no lo negará nadie, buena tajada del rescate? Vaya usted a saber, lo más probable es que haya de todo un poco, ¿no?