«Petra» de Jaime Rosales

Junto a “Petra”, de Jaime Rosales (incomprensible que no tuviera media docena de nominaciones en los Goya 😡), mi peli favorita española del año pasado es , desde hace un rato, “La enfermedad del domingo”, de Ramón Salazar, por la que una extraordinaria Susi Sancneguriw3bhez logró su muy merecido Goya que, por cierto, podría haber ganado perfectamente Barbara Lennie por esta misma peli.

Acabo de verla en Netflix, sin despegarme un segundo del iPad; en su momento no me enteré de que esta peli de madre e hija abandonada por aquella que se reencuentran tras más de tres décadas sin verse ni saber la una de la otra era tan buena y tan diferente a las pelis habituales; de hecho, solo recuerdo haber leído una crítica – muy elogiosa, eso sí- de J. Ocaña en El País.

Es una historia dramática, cruda y realista pero de alto nivel artístico, con un inicio deslumbrante y barroco y un final no por previsto menos impecable que delimitan un guion de orfebrería plagado de detalles de calidad y casi perfecto; unos diálogos concisos, siempre al grano y cortantes a la vez que muy bien escritos, a menudo rodeados de elocuentes silencios y en los que no sobra nada; una ambientación paisajística y de interiores muy acertada y estética; y, quizá lo más esencial de la obra, dos actrices portentosas que te hacen recordar por qué amas tanto el cine que habla de la vida y de nosotros inmersos en ella y que te conmueve con las mejores artes, los mejores y más honestos recursos cinematográficos.

Bien por Ramón Salazar, director al que desde ya incluimos entre los pocos que merecen atento seguimiento en nuestro país.

No me canso de ver las interpretaciones de Barbara Lennie: trasmite siempre verdad y emoción, además de complejidad e intensidad, creo que es mi actriz nacional favorita. ¡Vaya dos pelis en un año!

Fe de etarras

Acabo de ver FE DE ETARRAS y voy a acabar pronto con mi comentario: un bodrio de categoría. No te hace reír, ni te hace no ya pensar sino siquiera reflexionar un poco sobre un tema tan particular y controvertido como el final de ETA; ni sorprende, ni te emociona ni crea suspense alguno. Ni tampoco entretiene mucho. Una joya, en otras palabras. Una peli pequeña en todo, no llega siquiera a ser una parodia, van desfilando tópico tras tópico en los supuestos gags, la historia es inverosímil, està narrada como con desgana y cierto desaliño, incluso se hace un poco tediosa durante el tramo medio del -afortunadamente- corto metraje.
Bueno, vale, algún momento gracioso y ocurrente tiene, pero poco más. La producción es más que pobre casi tercermundista, la realización peca de impersonal y fea de solemnidad; y el desenlace final se antoja precipitado, y es de traca y nada ingenioso aunque al menos tiene cierta lectura política.
Yo pensaba que los de Netflix eran un poco más listos; se la han colado. Barata sí, pero floja floja. Un muermo de peli. Fallida. Salvamos solo a los actores, notables los cuatro principales, y el punto de partida de la historia (que no la primera escena en Francia, mediocre de veras), interesante y procedente en esta coyuntura que vivimos, aunque quizá hubiese sido más oportuna hace dos o tres años.

No comprendo las críticas positivas que he leído de profesionales que me parecen fiables. Debo ser yo el raro o el muy exigente. Todo me suena repetido, fácilón e incluso cargante. ¿Será que soy vasco de pueblo pequeño, de toda la vida?
La entrañable Pagafantas y, sobre todo, la arriesgada Negociador, ambas del propio Cobeaga, me interesaron mucho más, incluso las disfruté por momentos. Y Negociador tenía emoción, acción y brindaba sutiles golpes de humor y mostraba la negrura de la época,; en suma, que no eran grotescas, aburridas y ridículas como esta.
¡Mira que no hemos citado una sola escena ni un solo chiste, eh!

Podría al menos Fe de etarras asumir algún riesgo y ser políticamente incorrecta, pero qué va, ni siquiera eso. Es blanca e inane hasta en lo político.