Hay otro EEUU, bien diferente al de D. Trump y sus admiradores e (incluso, sí, que no es lo mismo) votantes; un país no tan rancio, no tan tradicionalista, no tan machista, no tan retrógrado, no tan exclusivista en lo religioso/espiritual, no tan alejado de lo científico y del progreso social, no tan xenófobo, no tan matonista, no tan simplista e inculto, no tan acomplejado y resentido, no tan miedoso y no tan receloso hacia lo nuevo o lo diferente.
Claro que sí. Hay otro EEUU, el cosmopolita, el de las oportunidades, el de Obama, el de Sanders, el de los descubrimientos científicos, el de Tom Waits y Lou Reed, el de Andy Warhol, el de Bob Dylan o Lucinda Wiliams, el del jazz y el blues y el country que tanto nos han inspirado y emocionado, el de las pelis de John Ford, el las reflexiones de Philip Roth, el de Patrti Smith o Bruce Springsteen, el de la contracultura y el antibelicismo, el de las conquistas sociales de gays y lesbianas, el de los dos Woodys (Guthrie y Allen), el de ese Nueva York mágico y acogedor, el de las llanuras sin fin y paisajes monumentales y estremecedores, el de ese New Orleans solidario en la catástrofe, el de la integración de razas y culturas, el de los ciudadanos sensibles al deterioro del medio ambiente…
Siempre ha habido dos países en uno, pero lo cierto es que también siempre nos hemos quedado con uno y hemos preferido ignorar al otro, el del Kukuxklan, el del insensato creacionismo, el de la proliferacion de las armas en cada hogar como expresión del la falsa e impostada sensación de seguridad, y el que discute el cambio climático, el país ultrarreligioso y fanático tradicionalista, el imperialista y belicista… pero estaba ahí, esperando su oportunidad para resurgir. Y se la dieron. Y el monstruo la aprovechó. ¿Buscamos a los culpables?
Cierto, la realidad es más compleja, y en todos lados hay barro, abusos, contradicciones y basura escondida, pero hoy no estamos para matices. Sólo se nos ocurre una tontería, una malicia irónica: Trump y Obama tendrán, al fin, algo en común, ambos estarán sometidos al control de ¡los republicanos! Confiamos, por una vez, en ellos, en que paren los pies a este tontolnabo de peli mala,y tiene lo suyo la cosa.
Lo dicho, amamos a ese otro EEUU. Vamos a disfrutar hoy de él en el Antzoki bilbaino, en el concierto de blues/folk/country de LUKE WINSLOW KING.
Y el próximo 25 de noviembre haremos lo propio flipando con las versiones que MCENROE harán, también el en Antzoki, de nuestros adorados Damien Jurado, Johnny Cash, Bill Callahan, Jason Molina, Phosphorescent…, todos ellos, artistas ciudadanos de ese gran país que sigue siendo EEUU y que seguiremos amando y respetando por mucho que haya decidido que quien lo gobierne sea el papanatas más (aparentemente, al menos) conspicuo, peligroso e inesperado representante de esa otra América que tan ajena sentimos.
Cierto es que quizá muchos líderes demócratas, entre ellos la propia Hillary, merecían un castigo por asimilarse tan a gusto con las élites económicas y sociales y alejarse tanto de las inquietudes y problemas reales de la gente común (tomen nota aquí también algunos politicos nuestros), pero es que el castigo ha sido tan desmesurado… y sus consecuencias pueder ser tan irreparables…
Los acontecimientos sociopolíticos más extremos, sorprendentes y radicales, y este lo es a carta cabal, deberían hacer reflexionar a la gente que vota y a los líderes que dicen representarles. Porque no todo es lo mismo, claro que no, y porque es la ciudadanía la que ha decidido libremente en EEUU ayer, y la que en su caso (hay que recordarlo: casi la mitad de la gente no vota, y por algo será) ha preferido quedarse en su casita y no votar siquiera para evitar que sea Trump el presidente, harta de todo y huérfana de líderes que les hagan sentirse verdaderamente representados. No es un golpe de estado ni nada parecido, es la expresión de la opinión de los ciudadanos que deciden votar, que es la que cuenta. Hay que asumirlo, la democracia tiene estas cosas. Mal que nos pese.
«Es la cultura, estúpidos», también cabría decir, ¿no? Porque para votar al machista, xenófobo, paródico, histrión y retrógrado Trump hay que ser un inculto/ignorante de manual (y algo tendrán que ver en esto las políticas educativas, el consumo desaforado de cierta televisión y prensa, el machismo rampante, el consumismo como único medio propuesto para hallar la felicidad…), o un carcamal reaccionario de mucho cuidado, que de todo tiene que haber y siempre habrá, o un desengañado de todo que vota con resentimiento y más en contra del sistema que a favor de nada, o un cínico que prefiere aupar a la presidencia a un loco narcisista imprevisible, caótico y sin experiencia alguna en la política, y sentarse ante la tele cada día para divertirse con sus ocurrencias aunque lleven a su país al desastre.
El Breixit, el auge de los nacionalismos xenófobos en Europa, la impostura europea con los refugiados sirios y en general con los emigrantes, la crisis económica y financiera que en España la han pagado y la siguen pagando sobre todo las clases medias y bajas… y ahora Trump en la presidencia de EEUU, son la manifestación de un mismo hecho, de una regresión, de un paso atrás en la evolución sociopolítica, al que hay que hacer frente, con decisión y pedagogía democrática y con más cultura y más arte de los que ennoblecen al individuo y lo integran en el grupo, en un grupo cada vez mayor que debe convertirse al final en el total de la humanidad. Qué intensos nos ponemos…
La verdad es que pensamos que, ante todo, Trump es un narcisista ególatra que ha conseguido la meta soñada y más difícil para un norteamericano, un objetivo casi imposible de conseguir incluso para los más dotados y, por ello, a la altura de su megalomanía y su insaciable vanidad. Y que Trump ha jugado el papel histriónico de agitador de masas irreverente y cargado de rabia, desafio anti-sistema y humor socarrón; es decir, el papel de comedia y espectáculo que le convenía para llegar, impactar, seducir, hacer reír y convencer a la gente menos cultivada y más resentida, pero cuando las cosas se ponen serias, tras el triunfo electoral y con todos los líderes del mundo tomando nota de sus primeras declaraciones como presidente de EEUU, se olvida de las patochadas y mentiras con que embarró la campaña y hace un típico discurso de normalidad institucional y sensatez de gran jefe de la barraca. Quien haya escuchado (nosotros lo hemos hecho en directo a eso de las 9 am hora española) el discurso de la victoria de Trump sabe a lo que nos referimos: le hemos visto en plan integrador, «agradecido» (sí, sí) al «gran esfuerzo» de Hillary por su país, conciliador con la minorìas e incluso con con quienes no le han votado, en fin… una cosa apañada, del todo común y corriente, y muy distinto a la parodia de grotesco fantoche que hemos visto en campaña.
Venga, vamos a dejarlo que si no, nos calentamos hasta el incendio.
Un pajarito nos ha contado que una de las versiones que harán MCENROE en el ciclo Izar&Star será la de esta fantástica canción de Damien Jurado, uno de nuestros cantautorores favoritos de EEUU (es de Seattle) y del mundo mundial: