Emoción, mucha emoción, al ver el video de esta magnífica canción, que hoy llevamos varias veces repitiendo, en casita y bien calentitos tras el desayuno, en homenaje a VIC CHESNUTT, artistazo del folk-rock americano menos comercial y más reivindicable que se fue, aún joven (45 años), voluntariamente (una vida complicada la suya, tanto talento lastrado por insuperables limitaciones físicas…) el día de Navidad de 2.009. Hablemos un poco de él, si os parece.
A los 18 años, Chesnutt sufrió un accidente de tráfico que le dejó en silla de ruedas para el resto de su vida. «No sólo no podía andar», explicó tras su muerte Mark Kitcatt, director de la discográfica Pop-Stock!, «tampoco tenía movilidad en tres dedos de la mano izquierda. Y eso no le impedía tocar la guitarra y el piano de una forma única». Además, sufría fuertes depresiones y era bipolar; un tío con suerte Vic, la verdad. Se especula con que se suicidó (entre otras razones) porque no podía hacer frente a las deudas (se habla de más de 50.000 dólares de cañón) contraídas para atender sus problemas de salud, ya que carecía de seguro médico. Otro episodio de la vieja y repetida historia de los músicos (y de la sociedad) norteamericanos, el problema de la inexistecia de una Seguridad Social como la que nosotros tenemos y disfrutamos, a pesar de todo, aquí.
Pudimos ver en concierto un par de veces a VIC CHESNUTT, una de ellas -hace unos doce años- en un amplio teatro barcelonés y en primera fila. Verle desenvolverse en el escenario con tanto tesón (no dejaba que nadie le ayudara, y no se paraba precisamente quieto) a pesar de su gran minusvalía, escucharle cantar tan desgarradamente e interpretar sus impresionantes canciones con la intensidad y emotividad con que lo hacía, fue una vivencia única, puro estremecimiento, que queda ahí, para siempre.
Ah, la joven diosa susurrante que canta tan bien y embellece en este video el temazo de Giant Sand se llama Henriette Sennenvaldt, formó parte de una interesante banda danesa, Under Byen, y ha colaborado con Howe Gelb (que es quien toca el piano en el video) tanto en discos de Giant Sand como en alguno de los muchos que lleva grabados el genial (y nunca se usó este adjetivo con mayor propiedad) Howe en solitario. «Classico» aparece en «Is All Over the Map», publicado por esta magnífica banda de Tucson (Arizona, EEUU) en 2.004, y en ese disco Vic Chesnutt y esta chica hacían voces.
Quizá os suene más, como banda, Calexico que Giant Sand, pero lo cierto es que la maravillosa music de Giant Sand no perdió mucho (es nuestra opinión) cuando en 1995 Joey Burns, guitarra, y John Convertino, batería, dos de sus tres miembros fundadores, dejaron la banda para formar a los hoy muy conocidos Calexico. El gran talento lo tenía Howe Gelb, eso casi nadie lo discute, aunque Calexico vendan más discos y llenen más los conciertos que esos cambiantes Giant Sand que Gelb va conformando según las circunstancias le aconsejan (vive desde años en Dinamarca) para cada nuevo disco. Nos viene a la memoria ahora la estupenda frase de quien fuera su productor, el gran John Parish, que ha participado de forma decisiva en la apasionante última parte de la carrera de Pj Harvey: «Si sólo se le permitiera a una persona en el mundo seguir haciendo canciones, ése debería ser Howe Gelb».
Volviendo a Vic Chesnutt, se fue porque él lo quiso así, simplemente decidió que seguir no merecía la pena. Cada vez que ocurre esta tragedia nos planteamos mil preguntas, y nunca logramos respuestas mínimamemnte satisfactorias. Ahí lo dejamos, pues. Pero eso, qué pena, que se vayan los mejores, que con frecuencia son también los más sensibles, los más frágiles, los más vulnerables. Nos quedan sus canciones (editó diecisiete discos en dos décadas, trabajó lo suyo el hombre) y el recuerdo. Nuestros queridos LAMBCHOP le rindieron memoria con su disco «Mr. M».
«Classico» no es una de las composiciones de Vic Chesnutt, pero es la que nos ha hecho, de modo casual, volver a tenerle delante. Y es un temazo que, en solo dos minutos y medio, embruja al oyente; eso sí, con las mejores artes, sin volanderas, que decíamos de niños.