Hablamos sobre «Paterson» de Jim Jarmuch

Hablamos sobre «PATERSON» la última de Jarmuch, y para comenzar, adelantar que esta es de las buenas, de las mejores de su irregular, pero casi siempre atractiva e identificable, filmografía. De hecho, «Paterson» debería figurar entre sus mejores pelis, junto, por ejemplo, a «Extraños en el paraíso», «Down by Law» y «Mystery Train». No es inferior a ninguna de ellas, sentenciamos, y listo. Nos da que va a crecer en nuestra mente y recuerdo conforme pasen los días; de hecho ya ha «mejorado» de ayer noche a esta mañana, y eso solo pasa con las pelis especiales, o muy diferentes o muy buenas. Probablemente, «PATERSON» reúna estas tres características, sí.

La poesía (y el amor, y la felicidad, y el sosiego, y la rica vida interior y el quererse/respetarse a uno mismo y a los demás) también, o quizá sobre todo, está en lo cotidiano, en lo pequeño, en un pueblo como otros tantos, en hacer de la rutina una feliz liturgia, en el interior de un bus en que la gente cuenta cosas extrañas o no, esperanzas, problemas y frustraciones; y en vidas insignificantes a ojos de los demás, en personas, felices o no, aparentemente casi ridículas pero con problemas y pulsiones interiores que nos interesan e inquietan.

Resurge Jim Jarmuch en plena forma, rescatando -y como nunca, a pesar de que ya está más cerca de ser un anciano que un joven-, el valor y el significado de lo que era el cine indie, esto es, parco en medios y sencillo de manufactura, nada forzado en el desarrollo de las tramas, pobladas por personajes encantadores, intensos y casi extraterrestres, raros de c..j…s, pero naturales y genuinos. Y un lenguaje narrativo directo y cero grandilocuente, y atrezzos escuetos pero currados y significativos. Un cine atento al detalle en cada plano, cuidadoso con la música y humano y sensual que pone en primer plano las relaciones personales y la comunicación entre la gente y con su entorno físico (cada rincón de la casa, las rutas del bus, el parque ante la cascada, el repetido camino al hogar, el rutinario paseo nocturno con el perro…). Y, no podía faltar, un sentido el humor sutil, compasivo, irónico y de pincel fino, muy fino (lo del perro es de traca, y otro tanto ocurre con las sempiternas quejas de su compañero de trabajo, o con las ocurrencias/aspiraciones/proyectos «artísticos» y culinarios de su novia); es ese humor cercano y cálido que te hace sonreir y sentirte feliz, así de sencillo y de grande.

«PATERSON» es una peli diferente y encantadora, con poco o nada de ritmo (lo que puede desagradar al 90% del público, las cosas son así) y un argumento casi inexistente (otro 90% a disgusto, sí) que se resume en tan pocas líneas que sin pretenderlo casi lo hemos contado ya, y que solo esconde un acontecimiento que, cómo no, está directamente relacionado con la actividad poética del personaje principal, un Adam Driver sublime a la hora de crear la identidad y sensibilidad y la forma de ver el mundo, las personas y la vida, de un individuo ciertamente particular pero con quien no pocos espectadores encontrarán afinidades. Pese a ser una peli de hoy mismo, apenas aparecen en la peli los móviles ni Internet y sus redes sociales, ni se ve una sola TV en la casa (sí una sala de cine en la que ven una peli cásica en blanco y negro), ni hay escenas que transcurran en un supermercado, y ninguno de los protagonistas fuma ni bebe. Hay vida sin televisión, sin Internet, sin móviles y sin esta obsesión por el consumo que marca el siglo, parece querernos decir un Jarmuch que, además de dirigirla, ha escrito el guión de esta pequeña joya humanista que es «Paterson».

Una película pequeña y minoritaria, al extremo de que habla de la poesía como acto creativo puro y como forma entregada de vida, que cuenta con minuciosidad y redundancia las rutinas sencillas de un poeta y de su adorable y muy respetada compañera; una vida plena, equilibrada y satisfactoria la de este joven poeta, imperturbable conductor de bus sin mayores pretensiones que amar y ser amado, comprender a los demás e intentar que respeten su peculiar forma de ser.

Y sobre todo, «Paterson» habla de una manera de sentir, de relacionarse con los demás y de observar e interactuar con su entorno, que convierte en un estilo de vida su forma de percibir/registrar el mundo como si de un poema se tratara.
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Pasemos a la music: uno de los discos llamados a ocupar los primeros puestos de nuestra lista de mejor del año 2.016 es, sin duda, el de KEVIN MORBY, de quien hemos hablado muchas veces aquí, sobre todo tras su inolvidable concierto en Bilbao, uno de los tres mejores de los que hemos visto esteaño. Junto a Kurt Vile y Courtney Barnett, el tejano rubio del pelo rizado es, para nosotros, lo mejor que ha pasado en el panorama internacional del rock de cantautor estos últimos años. Y, al igual que ocurre con Vile y Barnett, el directo de Morby es perfecto, incluso emociona más que su espléndida obra grabada.

«Singing saw», el disco de KEVIN MORBY, tiene dos de las canciones que más nos han gustado este año. Una de ellas es «Dorothy», y la otra, esta increíble «I Have Been To The Mountain», un alarde de imaginación sonora con trompetas tex-mex y coro femenino e incluso ciertos arreglos prog, que a buen seguro estaría entre las cinco primeras de ese podio que no haremos, y que en directo sonó de aquella manera, ufff, de gozada. Siempre nos han gustado tanto Bob Dylan, Leonard Cohen, Lou Reed y Neil Young que escuchar la music de su mejor discípulo no puede sino emocionarnos hasta un extremo casi insano.

Planes a cubierto que no te van a fallar

LUNES, MUY MAL TIEMPO, SE IMPONEN LOS PLANES A CUBIERTO. Te proponemos tres que no te van a fallar:

1) Para cualquier día de esta semana: ver la peli «Que Dios nos perdone», de Carlos Sorogoyen, que anteriormente dirigió la estimable y original «Stockolm».Thriller violento con asesino en serie, polis malencarados y lúcido reatrato de nuestra sociedad en crisis total en las calles y las zonas oscuras de Madrid hace aún pocos años. Discurrir tenso, seco, con pocas bromas y muy bien interpretado de un relato sencillo pero redondo, en planteamiento, desarrollo y desenlace, que confirma el gran momento del género en nuestro país, en la onda de las también magníficas «La tarde de la ira» (Raúl Arévalo, el hasta ahora solo actor) y «La isla mínima» (Alberto Rodríguez). Alicientes extra: a) la labor de los secundarios, impecables todo y cada uno de ellos; b) la inquietante y técnicamente perfecta banda sonora de nuestro amigo Olivier Arson, quien fuera miembro ocasional (teclas, electrónica…) de la banda getxotarra MCENROE.

2) También para cualquier día de esta semana: visitar la expo de pinturas paisajísticas de TXEMA DOMÍNGUEZ en La estación de Neguri. Últimos días.

3) UN CONCIERTO DE BLUES-ROCK-COUNTRY….Desde New Orleans, con su viejo sonido del blues del Delta, aderezado y renovado con gotas de esencia de R&B, folk-rock,gospel, incluso pop, llega a Bilbao (Antzoki) este miércoles 9 noviembre, LUKE WINSLOW KING. Un blues con mucho swing y más natural que la lluvia que te está mojando estos días. n sonido que remite tanto a los clubs de N. Orleans como a la calle de cualquer ciudad del sur de EEUU. Vine Luke a presentar su cuarto disco.

Fin de semana fresquito, Radio Head….

VIERNES, LLEGA EL FINDE Y CON ÉL, LAS NUBES Y EL FRESQUITO DE LA TIERRA. Qué le vamos a hacer. Leeremos (Lionel Asbo», de Martin Amis), iremos al cine («Una madre imperfecta», con la perfecta Susan Sarandon, aquí, en Getxo), veremos los primeros partidos de la Eurocopa de fútol (España no debuta hasta el lunes) y disfrutaremos de la music (esto lo explicamos más adelante).

Vale, estamos de racha en España. En pocas semanas hemos tenido la oportunidad de ver en concierto a Bruce, a Paul McCartney y a Elvis Costello. Y no, no hemos visto, por diversas razones, ni uno solo de estos tres superapetecibles directos, que además han sido fenomenales. Los dos últimos, solo en Madrid, por cierto.

Pero si hay dos conciertos de los celebrados este año que lamentamos de verdad verdad habernos perdido son los de la diva Pj HARVEY y el de los asimismos británicos RADIOHEAD; han tocado en Barcelona, dentro del monumental e inabarcable cartel del Primavera Sound, uno de los mejores festivales del planeta Tierra; tanto una como otros, presentando sus nuevos discos recién publicados. Y eso que hemos visto varias veces en concierto a lo largo de estos últimos años tanto a una como a los otros. Pero es que son una debilidad, oye.

Hemos tenido la suerte de encontrar en la Red este video del concierto íntegro de RADIOHEAD en Barcelona el pasado viernes, 3 de junio .

El set-list es perfecto:
Burn the Witch
Decks Dark
The National Anthem
Lotus Flower
No Surprises
Pyramid Song
Karma Police
Everything in Its Right Place
Street Spirit (Fade Out)
Paranoid Android
2 + 2 = 5
There There
Creep

Es decir, temas del nuevo disco y, entre ellos, muchos de los grandes hits (y la mayoría de los imprescindibles) de la mejor banda del mundo en activo.
Hemos visto dos veces seguidas el video entero (casi una hora) y estamos emocionados. Si tienes prisita o no estás del todo convencido, nos permites una sugerencia: vete hasta el minuto 52 pasadito, y dale al play a la última canción del video: «Creep» al aparato, Radiohead en su máxima expresión. Lo dicho: lo mejor del mundo mundial.

Sugerencias de cine con música de Sera Cahoone

Hay, en la cartelera actual, por ejemplo, varias pelis dignas de verse. Recomendamos tres e incluso un cuarta:

1) La española “Hermosa juventud”, del implacable y lúcido analista social que es Jaime Rosales, con una historia de hoy mismo protagonizada por actores jóvenes desconocidos y en tono semidocumental, cosas ambas que nos encantan

2) “Las dos caras de enero”, dirigida con soltura por un debutante británico, Hossein Amini, y con un convincente -aunque no arrollador, como otras veces- Virgo Mortensen encarnando un personaje que toma decisiones llevado por la poderosa corriente de un turbio y esquinado relato, oscuro thriller de suspense escrito hace años por la gran Patricia Higsmith y en el que la mentira y el crimen, junto a los paisajes, pueblos y urbes de Grecia y Turquía, son también protagonistas destacados. Podría haberse filmado con más pasión y poderío, porque la historia es realmente atractiva y probablemente la novela (que no recordamos haber leído) daba más juego, sobre todo en el retrato psicológico de los personajes, conociendo como conocemos ala obra de la autora, pero “Las dos caras de enero” se deja ver más que perfectamente.

3) La francesa “Violette”, que cuenta la vida de una sensible, poco agraciada físicamente y talentosa escritora que lucha por el amor, por su independencia como artista y como mujer y por el reconocimiento de su obra. Le marcó ser ignorada por quienes generan el reconocimiento a los artistas y aún hoy poco es poco conocida por el público lector. Fue coetánea e incluso amiga de grandes de la literatura universal, hablamos de Camus, Genet y Simone de Beauvoir, por ejemplo, que supieron ver la valía literaria de esta Violette Leduc, de quien no hemos leído nada aún, pero habrá que remediarlo en breve, claro que sí.

E incluso sugerimos que veáis una cuarta peli, de época, romántica, de toque culto, con estupenda fotografía, vestuario, interiores y exteriores, decorados y de indudable cariz histórico, muy bien contada. “The invisible woman”, que vimos el jueves (cosas que tienen los resfriados: te alejan de la playa y te conducen al cine) por solo 4 euros en los cines del Puerto Deportivo de Getxo, versa sobre la historia de amor imposible de una joven formal y contenida en apariencia, miembro de una encantadora familia de actrices, pero explosiva y muy fiel a sus sentimientos en lo emocional, admiradora del venerado Charles Dickens y que acaba conviviendo con él -siempre ocultando la relación considerada escandalosa en la época-, tras separarse el genio de la no tan convencional mujer que le dio una decena de hijos. El cincuentón Dickens es encarnado –y no precisamente con muchos matices- por el célebre actor Ralph Fiennes, que además dirige el film. Y la adolescente es llevada primorosamente a la pantalla por la dulce y preciosa Felicity Jones (aquí, rubia), que a pesar de su relativa bisoñez como actriz defiende con acierto y desbordante riqueza de registros gestuales y de elocuentes miradas decenas de primerísimos planos en los que plasma con brillantez el torbellino de emociones y aturdimientos que se apoderan de una inteligente chica de dieciocho años, ya de por sí un poco desubicada en el mundo, cuando se enamora, entre perdida y platónicamente, de quien no debe. Cine británico, elegante, atractivo, culto…

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La despedida musical, a cargo de SARA CAHOONE, seminuevo valor de la inagotable cantera de artistas del folk-rock femenino estadounidense. Decimos lo de “seminuevo valor” porque ya ha grabado tres discos en solitario. La canción que os ponemos hoy es ”One To Blame”, de su último disco, “Deer Creek Canyon”, publicado en 2012.

«Deer Creek Canyon», de su último disco, titulado igual que la canción.

8 apellidos vascos

Comentemos un poco la peli «8 APELLIDOS VASCOS», de cuyo éxito nos alegramos aunque no nos haya convencido como producto artístico. Emilio Martínez Lázaro es un director del que cabe esperar más, es decir, alta, o al menos mediana comedia y no un sainete de este nuevo costumbrismo rebosante de oportunismo -y calculadísimo- juego político, además plagado de tópicos humorísticos y sociales, calcados/importados de la narrativa -¿un tanto sobreexplotada?- del desternillante programa de sketchs de ETB «Vaya Semanita». Originalidad escasa, por tanto, en el guión y un humor funcional y bien currado, con gags logrados y una historia sencilla y solo medianamente bien resuelta. Lo decimos porque hay escenas completas, como la de la boda o la del viajecito en barco, mal desarrolladas, en las que sobra chabacanismo y/o simpleza y faltan producción e ideas de guión. Un humor de brocha gorda, más de carcajada que de sonrisa inteligente, por su solo esporádica ironía, su exceso de SIMPLISMO en personajes y situaciones (la manifa, el perfil zoquete integral de los kaleborrokas…) y mucho chiste de sal gruesa, todo ello aderezado por la sensual e impactante presencia de una IRREGULAR CLARA LAGO (brilla en lo romántico y en las escenas sexy, funciona en el registro de comedia y falla en lo dramático o cuando el personaje debe mostrar complejidad o profundidad emocional) y por unos fantásticos y gozosos KARRA ELEJALDE (se sale, literalmente, y salva un personaje paródico hasta el extremo y muy poco matizado), Carmen Machi (clava a la conformista y bonachona viuda de un guardia civil) y Dani Rovira, gran revelación actoril del film.
Nos divertimos un montón, por supuesto, y el eficaz guión de Borja Cobeaga y Diego San José (brillante a ratos y con un inicio tan prometedor que a veces su desarrollo decepciona, pues hay varias situaciones y momentos a lo largo de la historia que no terminan de resultar atractivas), unido la realización profesional y de correcta (tampoco más) factura de EML ayuda a que la peli se pase en un suspiro, pero hay momentos en que echa en falta MÁS DINERITO EN LA PRODUCCIÓN (si llegan a saber, quienes pusieron la pasta, que iba a convertirse en el éxito del año…) , más finura en el trabajo de guión y, lo más importante, asunción de riesgos en el CONTENIDO SOCIO-POLÍTICO de la peli.
Señalemos dos de estos casos: uno, el desenlace del tema y final del cuento, es de comedia romántica amañada y canta tanto a recurso fácil, además de hacer gala de un folclorismo cañí e irreal, que desmerece al conjunto; y dos, y aquí hablamos de palabras mayores, el luctuoso subtema de la viuda de un guardia civil (papel difícil -por situarse entre el drama y la comedia- que encarna una aparentemente ingenua pero en el fondo resignada y conformista Carmen Machi) que todo apunta a que fue víctima de atentado terrorista de ETA, está tratado con una asepsia distante, una carencia de empatía con esta mujer y un simbolismo desacertado en el que lo tangencial (el «españolismo» y sus iconos) adquiere rango de esencial, que parece mostrar de los autores un déficit de valentía, y un ataque de vértigo resuleto con un exceso de corrección política en este tema, verdaderamente difícil de abordar con éxito en una comedia de enredo como «Ocho apellidos vascos». Ante tema tan espinoso y trágico, si no sabes resolverlo dignamente (como merecen las víctimas del terrorismo, queremos decir), y con el coraje y la decisión exigibles (por ejemplo, incidiendo de algún modo, siquiera con un detalle de guión, en la flagrante marginación a que fueron sometidas en los pueblos, y por sus propios vecinos y no solo los más cercanos al radicalismo abertzale, las familias de los asesinados por ETA, fueran estas civiles o militares), quizá hubiera sido mejor soslayarlo. Más que probablemente, el personaje y el conjunto de la historia hubieran funcionado igual sin esa carga de dramatismo extra: pensemos, sin más, en la viuda de un emigrante andaluz o extremeño fallecido en accidente de trabajo debido a una carencia de seguridad laboral; ya tienes ahí la metáfora sobre el terrorismo, la narración no se resiente y para quien quiera comprender has dejado el temita encima de la mesa y sin herir a quien menos lo merece, las víctimas. No, si nos vamos a meter a guionistas un día de estos. Una METEDURA DE PATA difícil de perdonar -más que nada, por fácilmente evitable- para una peli que merece la pena ver. Porque da que pensar y te hace pasar un buen rato, y porque a todos nos hace falta divertirnos, y el entretenimiento sube enteros si lo hacemos riéndonos de nosotros mismos.