martes: FRÍO, NUBES Y LLUVIA, VOLVEMOS A LAS ANDADAS, COMO ALMODÓVAR. Y NO LE VEMOS LA GRACIA, NI AL MAL TIEMPO NI A “LOS AMANTES PASAJEROS”. SUPERVIDEO DE LAMBCHOP, LA MÚSICA MÁS HERMOSA Y ELEGANTE IMAGINABLE.
La última película de nuestro director más internacional supone un paso en falso del cine español tras sus recientes y merecidos éxitos (“Blancanieves”, “Grupo 7” y “Con la pistola en la mano” nos parecen espléndidas; y “Lo imposible” tampoco estuvo mal).
“Los amantes pasajeros” es una anacrónica e inoportuna vuelta atrás a los felizmente olvidados tiempos de las disparatadas, juveniles y cutre-kitch “Qué he hecho para merecer esto”, “Pepi, Luci…”, de un director que parece arrepentirse de la seriedad y -suipuesta- trascendencia de los dramas de sus dos últimas pelis (notable “Volver”; penosa y errada “La piel que habito”) y parece querer reinventarse mirando al pasado. El problema es que, aun manteniendo el pulso para resolver algunas escenas y pese a un elenco de actores impecable (aunque de desigual acierto en la interpretación: estupendos Javier Cámara, Lola Dueñas y Carlos Areces; dan pena los cameos de Penélope Cruz y Antonio Banderas, y naufragan los casi siempre impecables Raúl Arévalo, Cecilia Roth y Antonio de la Torre, que parecen no creerse sus papeles, y los irregulares y guapos oficiales Hugo Silva y Miguel Ángel Silvestre, pero lo de estos dos es otro asunto), la peli no deja de ser una patochada, una simple ocurrencia estirada hasta lo inadmisible para un espectador exigente y/o acostumbrado al cine creado para consumidores inteligentes, que no dejan su capacidad de pensar en la puerta. Uno se lo pasa bien, porque todo, incluido la peli, se lo acaba tomando a guasa y a este Almodóvar, el gamberro e iconoclasta (aun siendo fiel a sus iconos, claro), no se la ha olvidado del todo hacer cine; pero es que no hay por dónde coger el filme. El guión no se sostiene, por simple, obvio y esquemático (las alusiones a la realidad político/económica y la corrupción parecen redactadas por un torpe alumno de bachiller resacoso que teme un suspenso si no entrega algo viable) hasta el despropósito, los gags (siempre esenciales en una comedia costumbrista como esta) no siempre funcionan y aun no exentos de comicidad, recurren a lo más superficial y requetevisto de la escatología, el mariposeo y la imaginería gay, la cultura popular consumista, lo cutre y excesivo (omnipresentes las versiones más irreverentes del sexo, y del consumo de droga y alcohol) en cada escena, la mofa a lo convencional… O la hipérbole narrativa, forzada sin pudor alguno (la escena del suicidio de Paz Vega y la consiguiente historia que la liga con la guapísima Blanca Suárez y un inverosímil Willy Toledo que encarna a un actor de relativo éxito)… O la producción, de opereta de tercera, cómo se fuma la escena del aterrizaje forzoso, cómo decora el interior del avión, en fin…
Sobran las razones para desaconsejar el gasto de casi ocho euros para ver la última de Almodóvar, pero a pesar de que constituya un desastre de principio a fin, de que se trate de una comedieta de segunda para pasar el rato durante hora y media (riéndote con ganas tres o cuatro veces) y olvidarla para siempre en la siguiente media hora… no lo haremos, no te diremos que no vayas a verla, porque, pese a todo, se puede disfrutar del trabajo de algunos actores, por el despiporre y el desenfado obsceno y carnavalesco que presiden la peli en todo momento… y porque algunas ideas y su desarrollo en escenas son desternillantes.
Por tanto, estamos con los críticos (creemos, tambièn nosotros, que “Los amantes pasajeros” es infumable, de lo peor de la larga y desnortada carrera de Almodóvar, que parece haber copiado –y con errores manifiestos- al Álex de La Iglesia de sus escenas menos afortunadas, por no decir que recuerda a las astracanadas vergonzantes de Manolo Ozores), pero también estamos con el público, que, como hicimos nosotros, ha corrido en masa a ver la peli. Quizá sea que necesitamos evadirnos de tanta presión, olvidar tantas malas noticias como nos acosan últimamente… y que no nos gusta perdernos ni una sola peli de Almodóvar, por mucho que haya en nuestro país dos docenas de directores con más cosas que decir y con mejor cine en su cabeza que Don Pedro.
En las antípodas de la peli de Almodóvar, brilla en la cartelera “EN LA NIEBLA”, obra desoladora sobre la condición del ser humano, sobre su comportamiento cuando debe desenvolverse en una situación extrema que no puede controlar como, en este caso, la guerra y sus consecuencias derivadas (la cruel y despiadada lucha de los colaboracionistas bielorrusos -aliados a los invasores nazis- contra sus vecinos de toda la vida, ahora enemigos por ser partisanos, por ejemplo), de un realizador bosnio que procede del documental, Sergei Loznitsa. Muy recomendable, a pesar de que le sobra casi la mitad del metraje, de que adolece de momentos aburridillos, de que la narración fluye a menudo demasiado lenta y morosa y de que el desenlace deviene bastante previsible. ¿Entonces? Es que, queridos amigos, todo lo demás es portentoso, abrumador, impactante sin recurrir a lo obvio ni a la exageración. Incluida la fotografía (¡cómo se retratan los rostros, se filman las caminatas, y se representan, casi al modo pictórico, los bosques, la niebla, las casas, la lluvia, la nieve…!), las interpretaciones (soberbias, parece mentira que actores del todo desconocidos puedan ofrecer tan perfectas prestaciones) y la planificación (unos inacabables pero bellísimos y justificados planos secuencia, y unos planos fijos subyugantes, casi siempre con dos personajes en diálogo) nos encantó, hasta el punto de que roza la perfección expresiva. Cine, este de «En la niebla» con mayúsculas, indigesto y sombrío, áspero y lúcido en el análisis del egoísmo de las personas y la fatalidad de su existencia, pero emocionante, verosímil y ennoblecedor (por el desarrollo de la trama, la objetividad en el análisis, y por el único final admisible de tan duro relato, que no revelaremos).
Eso sí, “En la niebla” no es una peli para matar el tiempo, y gustará sobre todo a los cinéfilos que detestan perderse buenas pelis, por mucho que las echen solo en los Golem en Bilbao y por duras que resulten; a los aficionados a los imperecederos dramas de Shakespeare o Goethe que desbrozan sin piedad el laso más oscuro de la condición humana, y para quienes están interesados en la reflexión histórica sobre las guerras y sus consecuencias en el plano más micro, el de las personas y las pequeñas comunidades.
Os dejamos con música elegante, la de una banda que unió hace ya unos 20 años (y sigue haciéndolo, para nuestro gozo) el country con el rock exquisito y cadencioso, con el soul más recogido, el jazz y la música de barítono estilo crooner. Hablamos de LAMBCHOP, genial proyecto del enorme Kurt Wagner. Les vimos por última vez en un fastuoso y casi barroco concierto en Bilbao hace poco más de un año, con mucho público (lo que nos sorprendió y alegró a la vez) en la sala BBK. ¿La música más hermosa imaginable? Pues quizá sí. Y nos quedamos tan anchos.
Os dejamos con este video, porque nos encanta ver a Kurt, sus movimientos, su manera de cantar, sus gestos…, nos gusta más que comer este artista. Probad a escucharlo, si gustáis.