No sé por qué, hoy me ha venido a la mente y varias veces la figura de MIKEL LABOA, irrepetible artista, voz estremecedora y complejo ser humano a quien, tampoco sé por qué, desde hace ya varios años he asociado con dos artistas que tantísimo me han impresionado, el propio Dylan, ayer -y hoy y mañana y pasadomañana y ya para siempre- de enhorabuena, y nuestro queridisimo Jason Molina, al que -al igual que a Mkel Laboa- tanto echamos de menos quizá no muchos, pero cuánto, por Dios.
Temblamos de emoción escuchando esta magnífica «Izarren hautsa», lloramos y nos reconocemos en nuestra vulnerabilidad escuchando esa voz, que toca fibras muy nuestras que nadie logra tocar, que evoca el pasado y apela al presente de un modo tan insólito y tan fuerte, porque nadie sino ellos, Bob, Jason y Mikel, en este caso, sino su voz y sus canciones llegan ahí, a ese reducto que tanto nos define como seres pensantes y sensibles y al que preferimos que nadie llegue.
¡Amamos tanto la música, y queremos tanto a los músicos que nos conmueven con sus canciones y hacen más grande, más hermosa, más habitable nuestra vida!
¡GRACIAS BOB, GRACIAS MIKEL, GRACIAS JASON!