Ya está comenzando la reventa de entradas para ver a Bruce en Madrid.
Esto se tiene que acabar. Lo de Ticketmaster, lo de esa segunda empresa suya dedicada, desde el minuto uno en que se ponen al alcance del aficionado, a vender las mismas entradas más caras pero más fácil de conseguir roza el delito, y desde luego es una falta de respeto a los seguidores de Bruce.
¿O habrá de admitirse que el rock de estadio se ha convertido definitivamente en un simple y puro negocio -todo el mundo a levantar la máxima pasta posible en cada evento, artistas incluidos-, como ya lo hizo el fútbol, los toros o la subida al Everest? Que les den a todos. La vida continúa, y no poder ver a Bruce en directo, no es una tragedia.
Para nosotros, al menos. Pues mira que no hay conciertos estupendos a los que ir y en los que no te tratan como a un fan idiota sin criterio y sin capacidad de respuesta…