1) Vimos ayer “TRUMAN”, la nueva PELICULA de CESC GAY, que es junto a Jaime Rosales y Alberto Rodríguez uno de los directores españoles cuya carrera seguimos sin perdernos una sola obra. “Truman” es una gozada de película de principio a fin, con una historia sencilla (la inminencia de la muerte por enfermedad incurable, el amigo que viene de Canadá a empatizar, hacer compañía y despedirse, el inseparable compañero del protagonista, el perro –Truman, sí- al que hay que “colocar” en otro hogar cuando el dueño fallezca…) y muy emotiva, regada con gotas de sutil humor, cercanía y calidez humana. El estremecimiento surge, el tema da para ello y no se evita, pero cada vez que da pie la situación y el temblorcillo nervioso prende en el espectador o la lágrima comienza a pedir paso, la escena se resuelve con elegancia, precisión, gracia y fina contención.
Está llevada con buen pulso narrativo, cada episodio del argumento, que se desarrolla en solo cuatro días, complementa al anterior y le da un relevo que el espectador percibe natural y lógico, hasta llegar a un final intenso que, con doble jugada, cierra con solemnidad y sorpresa un guión medido al milímetro al que no sobraría nada si no se hubieran hecho algunas –pocas-concesiones a la convención y si se hubiera trabajado un poco más, o con más acierto, el desfigurado y en cierta medida contradictorio papel que juega la figura del hijo del protagonista. Interpretan esta recomendable peli actores muy entonados, (excepto los dos más jóvenes, una pena), que trasladan a la pantalla perfectamente lo que –intuimos- el director les pide; sobresale, como siempre, la estrella absoluta del cine hispano de todos los tiempos que es Ricardo Darín, que encarna sublimemente un héroe que ya se siente más de ayer que de hoy y cuya personalidad rebosa tanto de dignidad y humanidad como de debilidades y dudas.
Aparecen, en los roles secundarios, actores habituales del director (Javier Cámara –en realidad es el co-protagonista-, Eduard Fernández, Àlex Brendemühl…) y otros menos frecuentes de su filmografía pero todos ellos de primer nivel e igualmente eficaces; terminan, en suma, dando consistencia, importancia y verosimilitud a cada fase de la narración (la última y definitiva visita al médico y al veterinario, el encuentro con amigos que no lo son tanto, las citas con candidatos para quedarse con su perro, la última cena con su hermana y su amigo…) y cadencia al ritmo que la mueve.
Cesc Gay es el rey de las situaciones livianas pero también resolviendo las más trascendentales, y muy capaz de transformar un guión en una sucesión de escenas plenas de vida, sinceridad, emotividad y naturalidad; de mostrar sin pudor pero con cariño e incondicional respeto las flaquezas de la gente, sus incertidumbres, sus contradicciones, sus miedos…, en fin, lo vemos como un creador de los grandes, que comprende y quiere a los personajes que idea y escribe en sus guiones, y que dota de modo magistral y casi único en la escena del cine actual de inmediatez, fragilidad, cercanía y autenticidad a (casi) todo lo que ocurre en la pantalla. Y lo logra en buena medida porque (al igual que lo hace el gran Jaime Rosales en su pelis) no solo no oculta sino que refleja con detalle la parte menos noble de nuestras vidas, esa parcela más egoísta (cada uno mira por lo suyo), prosaica (ese dinero, tan ordinario pero tan importante y siempre tan presente y condicionante; eso sexo a veces tan carnal y poco romántico), banal (somos bastante más vulgares y simples de lo que nos vemos y de lo que pretendemos ser) y egocéntrica (cuánto nos cuesta integrar en nuestra mirada, y en nuestros juicios, el enfoque, el interés y los problemas del otro).
En otras palabras, rescata, partiendo del reconocimiento de lo simples y egoístas que somos, la grandeza, la nobleza, la irrepetibilidad y la relevancia de cada vida, de cada decisión y de cada situación que marca una vida, y, por qué no y más en este caso, de una muerte. Cine grande,de apariencia modesta, que es el que más nos gusta, precisamente. Una peli a la que sobran algunos convencionalismos y lugares comunes -a los que no es muy dado Cesc Gay, por cierto- pero que garantiza más de hora y media de un entretenimiento de calidad, teñido de melancolía, de humanidad y de un fino e irreverente sentido del humor, marca de la casa. Muy recomendable.
2) Recordarte que si te gusta la pintura de los años 30 del siglo pasado que tanto marcó la que se hace hoy mismo, si te llaman la atención los cuadros en los que se juega con las formas geométricas y los colores, o -en plan ya más instruido-, si te interesan artistas como Malevich (máximo representante del movimiento conocido como suprematismo) y si te gusta el arte menos obvio, el que exige participar al espectador, TE QUEDAN POCOS DÍAS (solo hoy y mañana) para disfrutar del expo de ANA TRUEBA en la Estación de Neguri.
3) Este sábado INAUGURAMOS NUEVA EXPOSICIÓN, con las Acuarelas de ANA UNDURRAGA. Hablaremos de ello, pero decirte que la artista nos ha revelado, en entrevista que te resumiremos mañana o pasado, que “en esta exposición he procurado adaptarme al espacio con que cuenta la Estación de Neguri y mostraré una veintena de obras, pequeñas, medianas y grandes. Tratan en general temas de naturaleza: bosques, árboles, dehesas y encinares por los que suelo caminar. Otros cuadros recogen motivos del entorno cercano, como la ría de Bilbao o de temas costeros. Todos son acuarelas sobre papel y realizadas de los últimos 2 ó 3 años a la actualidad. Las obras son figurativas, fácilmente reconocibles, impresionista”.
– Toca ya la hora de despedirse, y lo haremos con una de nuestras canciones favoritas de este siglo, creada e interpretada por el que quizá es el músico de folk/pop más dotado de los de su generación, el estadounidense SUFJAN STEVENS. Viene en «Illinois» (2.005), uno de sus discos más redondos, y eso es mucho decir porque que casi todos los que ha grabado son magníficos.