Otro día nos preguntaron: ¿existe la canción rock perfecta, deslumbrante, inmejorable, absolutamente eterna?
La respuesta fue que sí, y -naturalmente- se trata de «Disorder», de JOY DIVISION; escuchémosla, con esa línea de bajo/batería que da inicio al tema y que ha dejado huella indeleble en la música popular. Por no hablar de los rifs de guitarra, del ritmo imparable y sostenido de la canción con un imaginario metrónomo que no da abasto, del espacio de misterio y de imperecedera modernidad que crea la music, de la impresionante voz de Ian Curtis, de ese ruidismo romántico, lúcido, hermoso, rebelde y desesperado, o de esa parte vocal final que tantos años después sigue poniéndonos la piel de aquella manera… Por algo es la canción perfecta.
Nos hemos querido acordar hoy de JOY DIVISION (la noticia de que se va abrir una casa-museo sobre el grupo es mera coincidencia), una banda que da sentido a la palabra seminal, al haber creado no solo la semilla del rock más intenso y emocionante posterior a los 80s, sino también la madre de todos los estilos. Pones esta canción en una lonja de okupas punkies y funciona perfecto. Pero también lo haría en un desfile de moda de alta costura cuidado hasta el último detalle y repleto de gente guapa. La polivalencia absoluta, el arte perfecto de temazos como este: