UNA NOVELA QUE OS SUGERIMOS, por infinidad de razones, una de ellas, ayuda a comprender cómo fueron y como son y cómo funcionan las cosas en EEUU: se trata de «Pastoral americana», de PHILIP ROTH, uno de nuestros tres o cuatro escritores vivos favoritos. Se publicó en 1997, ha sido multipremiada y es una de sus obras de referencia pero aún no la habíamos leído. Y es que tiene fama de un poco peñazo. Craso error. Imprescindible, tanto como pensador como por escritor, ROTH es un animal enfurecido describiendo sus muy verosímiles pero poliédricos personajes, un cirujano que prepara la operación minuciosamente, analiza la enfermedad con lucidez, objetividad y humanidad, intenta comprenderla, se la explica al paciente, y después deja el protocolo del consentimiento informado a enfermo y familiares en la camilla para que lo firmen, y en un momento de distracción se va y les deja allí solos, porque en realidad la cura de la enfermedad está en sus manos y no en la del sistema sanitario. Dura, implacable, muy crítica pero a la vez indulgente con la forma de vida y el pensamiento judíos, la novela cuenta la vida de una familia de Newark en los años previos y posteriores a la guerra de Vietnam, pero en realidad el tema que aborda es la vida misma: la influencia de la religión en nuestro imaginario, el peso de los padres en la manera de ser de los hijos, el sueño americano de libertad y de hacerse rico, el cambio del canon moral que se produjo a parte de los años 50, la falsedad y los secretos inconfesables que sobrevuelan sobre las relaciones de pareja más asentadas, la desorientación de los adolescentes, la hipocresía de las relaciones personales en esas urbes deshumanizadas donde impera el juego de las apariencias y la competencia más descarnada, la soledad del individuo como única verdad existencial incontrovertible, las penalidades de la adolescencia, y quizá sobre todo… Las ideologías como absoluto imperfecto y frustrante que al igual que las religiones, al pretender erigirse sobre lo humano y explicar lo inexplicable generan no solo acólitos y proselitistas sino seguidores descerebrados y fanáticos que se aferran a ese acogedor sistema cerrado de ideas para acallar sus miedos y hallar un hueco mínimamente confortable en el mundo y acaban haciendo cualquier despropósito y más locos que una cabra. Si crees que el ser humano tiene alma , y que es màs conciencia que ciencia, esta «PASTORAL AMERICANA» debe ser tu novela para ese verano. No te divertirás mucho, es más bien triste y pesimista, aunque literariamente es casi inmejorable. Te apasionará y te desvelará esas cosas sobre ti mismo, sobre los demás y tus relaciones con ellos que cierto día comenzaste a preferir ignorar, porque quizás en eso consiste hacer mayor. Porque ROTH es el gran analista de la sociedad actual, el escritor total, universal, el que mejor describe el desconcierto y la insatisfacción en que estamos sumidos, tomados en cuenta uno a uno, a pesar de que teóricamente vivamos en el mejor de los mundos que el ser humano ha sido capaz de desarrollar en toda su historia sobre el planeta.
Otra sugerencia, esta (por la logística, que no por otra cosa) menos sencilla y económica que la de leer una novela muy fácil de encontrar. Se trata de LA EXPOSICIÓN DE CAMILLE PISSARRO, UNO LOS PUNTALES DEL IMPRESIONISMO, EN EL THYSSEN, EN MADRID. Es un personaje que siempre nos había interesado, por su peripecia vital (era de ideas anarquistas, a finales del s. XIX, por ejemplo) y, claro, porque sus cuadros (paisajes campestres,y urbanos en la última fase de su vida) siempre nos habían gustado. El problema era que sólo habíamos tenido oportunidad de ver en vivo no más de un par de docenas de cuadros de PISSARRO y repartidos en varios museos de diversas ciudades del mundo. Pues bien, esta del Thyssen es probablemente la Expo definitiva (los cuadros han sido prestados por museos de todo el mundos)) sobre este autor no tan reconocido como merece, que hay que ver, con casi 80 obras de todas las épocas del artista. Conocemos la obra de coetáneos de PISSARRO, como Cezanne, Monet, Degas, Renoir, Gauguin o el propio Van Gogh, y os aseguramos que la de PISSARRO es tan valiosa como la de ellos, y genera tanta o más emoción y satisfacción al espectador. Esta es una de esas exposiciones que Justifica el viaje a Madrid, no lo dudéis.