Reunión de cuatro personalidades de la cultura vizcaina en el aperitivo de La Estación de Neguri, de izda a dcha: Javier Rebollo (director y guionista de cine), Maria Eugenia Salaverri (periodista, escritora, guionista y productora de cine y TV), Martín Ballesteros (pintor) y Juan Torre (fotógrafo).
El motivo del encuentro era celebrar el feliz desarrollo de un proyecto largamente gestado, «De los ojos adentro», un documental para TV sobre el fotógrafo cuasiinvidente JUAN TORRE, buen amigo y cliente habitual de nuestro local.
Es muy recordada «Imágenes para tocar”(diciembre 2012), espectacular muestra de fotos en gran formato de conocidos artistas de la música, cuya principal peculiaridad era su superficie en relieve y que podían/debían palparse convirtiéndose en disfrutables por las personas invidentes o con severas dificultades de visión. Como lo es el propio autor que, precisamente, en este documental dirigido por Javier Rebollo y producido por María Eugenia Salaverri explica las dificultades (y la trayectoria vital y artística consiguientes) con que se topó cuando, ya siendo persona adulta y consolidada en su profesión de fotógrafo, le sobrevino una enfermedad que dejó casi absolutamente mermada su capacidad visual.
Y por no despedirnos sin más…
te sugerimos una película, «Pájaros de verano», de los colombianos Cristina Gallego y Ciro Guerra (os dejamos la reseña que escribimos hace unos días sobre ella)
y la escucha de la primera canción que se ha dado a conocer de uno de los discos más esperados de este año, el de la estadounidense ALDOUS HARDING, una de nuestras más queridas divas jóvenes del neofolk que tanto nos gusta.
Aquí, nuestro comentario sobre «Pájaros de verano». Solo una opinión, claro.
Vimos este pasado domingo, en el cine, PÁJAROS DE VERANO, de Ciro Guerra y Cristina Gallego. Os cuento un poco.
Para mí, es una de las películas más apasionantes de los últimos años, con una fuerte y muy original componente histórica y antropológica que lejos de restar amenidad al relato refuerza y enmarca inmejorablemente la narración de una desgarradora tragedia que explica muchas cosas, desde el inicio del narcotráfico en Colombia (¿y en el mundo?), los ritos ancestrales de la comunidad wayuu, los traumas que genera la violenta irrupción del capitalismo -representada por el dinero fácil del narcotráfico-en una aislada, austera y tradicional comunidad agrícola y ganadera estructurada en clanes familiares…,
Impresionante. Si Ciro Guerra y su pareja Cristina Gallego nos asombraron con la épica y mitológica historia de “El abrazo de la serpiente” en un suntuoso blanco y negro, con “Pájaros de verano” vuelven a crear un artefacto cinematográfico no solo diferente al 99% de los productos creados por la industria sino casi insólito, rebosante de virtudes (qué tal, sin ir más lejos, la cantidad de cosas que se aprenden en esta peli y lo bien contados e integrados que están los elementos informativos dentro de la historia apasionante que se nos cuenta).
Una de esas pelis que, al igual que “Roma” muestran la grandeza y la vigencia del séptimo arte, sus fantásticas posibilidades como el más fascinante medio de expresión para artistas con talento que saben buscar historias originales con enfoques realistas (en el sentido de no puramente convencionales y evasivos) y comprometidos (en ambas obras se habla, por ejemplo, y se le da protagonismo estelar, no complementario ni decorativo, de las comunidades indígenas rurales o latinoamericanas).
Films de fuerte componente cultural, que no solo entretienen y emocionan inteligentemente al público sino que además le aportan nuevos conocimientos, le acercan realidades desconocidas, además de puntos vista no convencionales sobre hechos por todos conocidos.
No te la pierdas. El paisaje del desierto de Guajira, los atuendos de los personajes (vestidos, sombreros, collares…), el idioma de los wayuu y sus ritos y tradiciones son otros tantos personajes más de una peli muy recomendable que aborda diversos y muy actuales subtemas (el matriarcado, la educación de los hijos, el respeto a las tradiciones como método de supervivencia, el peso opresor de ciertos ritos sociales, la supervivencia de modos de vida cuasi tribales, la importancia del diálogo para evitar conflictos…) a la que se le pueden, naturalmente que sí, reprochar ciertas cositas (va, solo una: es más eficaz e interesante todo el contenido «documental» de la peli que el discurrir de la propia historia o las interpretaciones de alguno actores principales en este relato trágico de un letal enfrentamiento familiar por cuestiones de honor y ambición) que no plasmaremos aquí porque “Pájaros de verano” nos ha gustado tanto que sería injusto ponerle cualquier pero.