SÁBADO. CINE, CINE, CINE… Antes de nada, decirte que ya están colgados en La Estación de Neguri los cuadros del pintor getxotarra TEMA DOMÍNGUEZ. Color para el otoño, ya verás.
La music sigue siendo el primero de nuestros vicios cotidianos, pero cuando llega la época de las buenas pelis…, aaaaa-migo!!!
Y es que llevamos una espléndida racha, destaquemos TRES PELIS FENOMENALES que hemos visto en poco más de una semana
– la rumana y tragicómica/compulsiva historia familiar y sociopolítica «SIERANEVADA». No ha llegado aún a nuestros cines, confiemos en que lo haga pronto.
– la española, violenta, cruda, tan poco aderezada que llega a provocar cierta indigestión, y apasionante de principio a fin «LA TARDE DE LA IRA», dirigida por el omnipresente actor Raúl Arévalo, el descubrimiento del año. Sin ir más lejos, nos pareció más intensa, impactante, auténtica y genuina que «El hombre de las mil caras». Esa España pobre y no solo en lo material, cutre, machista, inculta, vengativa, envidiosa, delictiva, competitiva a muerte pero a su manera, agresiva y con poco filtro… Joé, la peli impone y da hasta miedo, pero es también nuestro país, son, querámoslo o no, nuestros paisanos, y lo peor es que en ocasiones nos sentimos cercanos a ellos, los comprendemos en cierta manera. Esta es la grandeza de esta magnífica e inesperada peli. Porque no todo es el Guggenheim, la Pasarela Cibeles, las revistas de diseño, el lujo y los festivales de pop a 50 euros el día y la alta cocina. Hay una España corrupta y tramposa pero no de la guante blanco y juicios con prensa en la puerta, sino la otra, la de manos manchadas de grasa y pena, pocas expectativas de futuro y ellas casi siempre truncadas por un golpe de infortunio, economías precarias, hígados castigados, recuerdos lacerantes y corazones oscuros y quemados por tanto sufrimiento, infidelidad y silencios culpables, un país de bares feos y cutres, gimnasios no de diseño sino que más bien parecen centros de acogida de delincuentes y marginales de toda clase, calles sucias y mal iluminadas, gente en las últimas que no cree ya en nada, un entorno asfixiante de desesperación y marginación, de paisajes rurales desoladores, de ciudades ruidosas y desapacibles, de familias rotas, de traiciones inesperadas, de planes retorcidos tramados por personas antes buenas y convencionales pero ya desengañadas e instaladas ya sin remisión en el odio y el rencor… Un sorpresón que detrás de este competente actor hubiera tan excelente, personal y original director, de esos con sello propio. Que haga otra peli Raúl Arévalo, pero rápido, para reafirmarnos en nuestra sensación de que puede ser uno de los más interesantes directores españoles. Lo tiene todo, de veras, esta «LA TARDE DE LA IRA». Incluídas una historia redonda y bien contada, diálogos perfectos y llenos de sorna, realismo nada mágico y un cruel sentido del humor. Y los actores, todos, impecables, te crees todo lo que hacen y ssufren. Y encuadres e iluminación acertadísimos y apropiados para lo que se cuenta, escenas inolvidables, atrezzos y vestuarios impecables…
– y la soberbia, aparentemente cínica, nada complaciente, políticamente incorrecta, muy inquietante y polémica si nos la planteamos en términos morales (y no decimos más para no adelantar la conclusión del filme) y, sobre todo, muy turbadora «ELLE», del Verhoven de «Instinto básico» y «Desafío total», con la magistral, durísima, impenetrable e hipnótica Isabelle Hupert, que cayó ayer. Una de las dos o tres mejores pelis del año, sin duda. No nos extraña que el director no encontrara en EEUU una actriz con coraje dispuesta a interpretar el dificilísimo y extremo papel de la Hupert, ni unos productores que asumieran el riesgo de poner su dinero (y su reputaciòn «moral») para financiar este peli tan poco apta para personas dogmáticas de ideas inflexibles y rígidas como para almas cándidas que prefieren pensar que todo el mundo es bueno y que las emociones positivas son las que imperan (o acabarán imperando) en el mundo.
Y todo apunta a que va a seguir la racha, vistos los estrenos que ya lucen en cartelera y aún no hemos podido catar.
Las próximas que nos llevarán a la sala oscura serán, probablemente en este orden:
– HISTORIA DE UNA PASIÓN, del británico Terence Davis uno de nuestros directores favoritos desde hace años. Habla («biografía inventada» la han denominado) de la vida de la enigmática y solitaria poetisa Emily Dickinson
– UN MONSTRUO VIENE A VERME, de J.A. BAYONA, director del taquillazo «Lo imposible». Lacrimógena, pero brillante y muy bien rodada debe estar esta peli con estupendos efectos especiales, con la atinada music del getxotarra Fernando Velázquez y que se acerca a la ciencia-ficción sin abandonar el realismo de una situación trágica (niño que sufre de acoso escolar y que va a perder a su madre, enferma terminal). Sigourney Weaver, atractivo extra.
– SING STREET, del británico John Carney que también co-escribe el guión. Cuenta la historia de Connor, un chico de 15 años que vive en el Dublín de los 80 y se propone huir de su conflictivo hogar. Crea, como salida a una atmósfera irrespirable que no admite, una banda y compone canciones que son su forma de lucha ante una realidad que le oprime. Una peli en que las canciones y la historia de rebeldía juveni aportan frescura, ingenuidad y emoción, deducimos de lo leído en las críticas. Recordaremos a John Carney por su agradable y quizá un poco melosa «Once» (2.006), también musical, que catapultó a la fama al hoy exitoso cantautor folk Glen Hansard.
Pues nada, no todo es exposiciones y music, vamos al cine esta semana, que hay material de primera para degustar.
Volviendo a la music, nos gustó la banda sonora original de «ELLE». Tras ver la peli, comprobamos que la había compuesto Anne Dudley, que en los primeros 80 fue miembro fundador de la banda estadounidense THE ART OF NOISE, que militaba en lo que entonces se calificaba de «vanguardias», practicaba un pop de teclados que a veces llegaba al rock, hacía gala de un eclecticismo en estilos y referencias nada habitual en la época, más cercano a la new wave que al punk, eso sí; recurriendo a sonidos naturales o artificiales hasta entonces apenas utilizados en la music, representaron un soplo de aire húmedo, liviano y refrescante en su época y disfrutaron de cierto éxito; por supuesto, los seguimos con atención en su momento. Nunca superaron a su primer disco «Who’s Afraid of the Art of Noise?», de 1.984, elogiadísimo por la crítica. Muchos de vosotros/as recordaréis este tema «Moments in Love», a buen seguro, aunque hayan pasado más de 30 años.