Fenomenal concierto de Daniel Merino en La Estación

Parece mentira lo que un artista en solitario sobre el escenario puede hacer con sus canciones, su voz y su guitarra. Ayer DANIEL MERINO, el cantautor rock de Getxo que lleva ya cuatro discos grabados con su firma, dio una exhibición de personalidad artistica, de dominio de los tempos de un concierto y de calidad tanto al canto como tocando la guitarra y la armónica. Es Daniel un músico de los pies a la cabeza, que ayer demostró lo que lleva dentro, que es mucho, y que le hace acreedor a ser más reconocido por público y crítica de lo que lo es. Fue una gozada disfrutar de su recital en primera fila; repasó casi entero su último disco, «El placer de no hacer nada», e interpretó otras muchas canciones (el set duró casi hora y media, amigos) de sus anteriores discos. En nuestra opinión, brilló particularmente cuando hizo «El placer de no hacer nada», «Diferentes de los demás» y «Un hombre de provecho», del último disco, y de los anteriores, «Tu padre quiere que me olvide de ti», «Viento del sur», «A mi aire», el «Túnel» y «Písale a fondo». Pero la verdad es que mantuvo el nivel-azo durante todo el espectáculo.

Es una gozada, para el espectador, comprender perfectamente cada verso de las canciones, y que el artista tenga una bonita y amplia voz y sepa usarla a las mil maravillas -como es el caso, que toque con tanto criterio guitarra y armónica, y domine el manejo de la sucesión de tonos (ahora dos canciones melancólicas e intimistas, después una muy animada y con guiños irónicos seguida de otra más narrativa con historia de amor y carretera…) y estilos (unas más rápidas, otras más pausadas, unas más folkiies, otras más rockeras…) a la hora de ir exponiendo su amplio y muy coherente repertorio. Había varias que no conocíamos, y la impresión que nos dejaron es que eran tan buenas como las que ya nos sabemos casi de memoria. Gran concierto de Daniel Merino, ayer en La Estación. ¿Te lo perdiste? No preocuparse, lo volveremos a traer, a ver si la próxima vez con acompañantes, por variar más que nada, no porque le hagan mucha falta, ya que sabe desenvolverse solo perfectamente. No creemos que nadie echara ayer nada en falta en el set de este artista como la copa de un pino.

Hablamos largo y tendido con él tras la actuación, y nos habló, entre otras cosas, de músicos que le gustan y que a nosotros nos pirran, como la dama del country/rock Lucinda Williams o el desaparecido Elliott Smith. Él también quedó contento de su recital y agradeció la atención al público, que siguió entusiasmado la interpretación de su cancionero y los jugosos comentarios (varios de ellos referidos a Watshap e Internet, por lo de la comunicación directa e instantánea y por el tener todo al alcance con solo hacer unos clics) que introducía entre canción y canción.

Hablamos con Daniel Merino

DANIEL MERINO es de Getxo, de Algorta más concretamente; nació en una familia tradicional, fue a un colegio privado y elitista, y sus padres se empeñaron en que pasara por el aro (lo dice, tal cual, en “Un hombre de provecho”, autobiográfica e irónica canción de su cuarto y hasta el momento último disco, “El placer de no hacer nada”), pero a pesar de conseguir terminar una carrera («en once años, pero entera», todo lo cuenta, el tío) y encontrar un mal trabajo en el que no encajaba, cuando formó su primer grupo y se subió al escenario supo que… jamás sería un hombre de provecho. Esto lo explica la canción, pero Daniel nos confiesa que es un tipo normal y cumplidor, que eligió la música y “no ser un hombre de provecho, tal y como lo entiende la sociedad hoy en día», y volvemos a la canción “quizás, porque no sirvo para eso”. Para lo que sí sirve, y tras escuchar su disco (perfectamente presentado, producido y grabado) no queda ninguna duda, es para la música: compone buenas canciones, tanto en letras como en medlodías y arreglos, escribe y canta en un castellano directo y sin florituras poéticas, canta más que bien y toca estupendamente guitarra y armónica. Un músico con todas las de la ley, que se siente “diferente a los demás”, como reza la canción que abre el disco que presentará mañana, viernes, en La Estación. Su trayectoria en la música es de largo recorrido: ha grabado ya cuatro discos en solitario, y ha formado parte de proyectos tan reconocidos como Gravestones, Little Fish, Rubia y Smile.

Le preguntamos los músicos que más le gustan y le han inspirado como artista, y nos cita estos que siguen: Jackson Browne, Grateful Dead, Bruce Springsteen, Burning, Cánovas, Rodrigo y Guzmán, Tequila… “y otras muchas cosas”, como CSN&Y o el propio Neil Young…, pero también Beatles y Rolling, y mucho también los Eagles, y el rock clásico en general. ¿Y cosas más actuales? , inquirimos, curiosos. Asegura Daniel Merino que no le presta mucha atención a la escena actual, y solo nos da una referencia, un grupo norteamericano que, para más fastidio, no conocemos de nada: The Dawes.

¿Y qué tal críticas ha recibido este último disco tuyo?

Bien, las críticas, todas ellas, han sido favorables, pero la pena es que apenas tengo apoyo promocional. He sacado el disco con un pequeño sello independiente de Barcelona, lo que reduce la repercusión”; lo tiene que hacer él “prácticamente todo y así, es difícil salir en las revistas y en los medios, dar a conocer tus canciones, lograr conciertos, vender discos, en fin”.

De todos modos, nos cuenta que actúa bastante en directo, que tiene atados conciertos en varias ciudades de todo el país, y que sigue confiando en su capacidad. En “Mi futuro y yo”, canción de tinte confesional de su último disco, Daniel Merino incide en este asunto cuando canta que un anciano que siguió atentamente un concierto suyo en Madrid le dijo: ”Tú sigue así chaval, no lo haces nada mal, sólo tienes que creer en ti. No pierdas la ilusión, pues tu mejor canción yo sé que pronto la vas a escribir”.

¿Y cómo será el concierto del viernes en La Estación?

Pues pensaba ir acompañado del guitarrista del disco, Josu Aguinaga, que también canta y habría hecho la segunda voz, pero a última hora le ha surgido un contratiempo importante que ha hecho imposible que venga. Pero no importa, tocaré solo, con mi guitarra y mi armónica, y quedará bien, seguro: es un formato en el que me encuentro a gusto y al que estoy muy acostumbrado. Haré sobre todo el último disco, pero también algunas de los anteriores. Quizá caiga una versión de algún artista español, pero aún no lo tengo claro, lo decidiré sobre el terreno. El concierto será variado, y tendrá, como mis discos, momentos tranquilos e intimistas en plan romántico/melancólico y otros más rockeros, y cañeros, que suelen quedar alegres y divertidos. Creo que será un show entretenido, la gente se lo va a pasar bien, digo yo.

Pues hasta aquí lo que dio de si la charla con Daniel Merino. Os dejamos con una canción (hemos escuchado unas cuantas y esta, de su último disco, de 2011 y en directo en el video, nos ha molado mucho) de la única banda actual que ha citado Daniel cuando le hemos preguntado por sus preferencias. Se llaman DAWES. Hemos rastreado la info de ellos en Internet y nos hemos enterado de que son de los Angeles y solo llevan tres años como grupo; han grabado dos discos y, lo más importante, suenan dpm. Mira qué bien, nos encanta que los amigos nos descubran grupos a los que seguir. Y Dawes lo merecen, por supuesto.

Muere Jason Molina

Una mala noticia para el mundo del country/rock: acaba de hacerse público que el pasado sábado 16 de marzo, «a consecuencia de un fallo en sus órganos vitales», murió, tras una compleja -y totalmente volcada en en la música- vida, JASON MOLINA, sin haber cumplido siquiera los 40 años, uno de nuestros cantautores americanos más querido de todos los tiempos.

Leemos por ahí esto que sigue más bajo sobre el líder de una banda mítica, Songs:Ohia, que nos dejó helados cuando la escuchábamos en silencio y casi en secreto hace unos diez años, y de la ya más reconocida Magnolia Electric Co.; fuimos grandes seguidores suyos, y su voz, profunda e impactante, desoladora con frecuencia, era inconfundible. Fue uno de los mejores herederos de la trayectoria de Neil Young, con quien se le comparó con frecuencia, sobre todo en sus discos de la última etapa. Tuvimos la oportunidad de verle muchas veces en directo e incluso de compartir cervezas y hablar con él en más de una ocasión: era uno de los músicos más entrañables que hayamos conocido nunca.

Lo ponemos tal cual; porque no tenemos ganas de escribir, la verdad.

«Molina se lanzó en solitario tras despedir Song: Ohia con un álbum que daría nombre a su siguiente proyecto, Magnolia Electric Co. En 2004 y 2006 publicó dos álbumes en solitario que precedieron a la formación de la nueva banda. Un grupo que desde 2005 mantuvo una media de disco por año y que en 2009 sorprendió con Josephine, un álbum excepcional de tintes bluseros que derribó las últimas barreras de la crítica. Jason Molina se consagraba con una gran figura de la escena independiente. Su mejor momento profesional coincidió con su derrumbe emocional. Su mejor momento profesional coincidió con su derrumbe emocional. Su salud dijo basta y el músico tuvo que parar. El parón de un hombre acostumbrado a cobrar cada dos noches se tradujo en una rápida quiebra. Molina no tenía seguro médico y tuvo que volver a casa de sus padres para pasar una mala racha que ha terminado venciendo a un músico joven repleto de talento que dejó la música en su mejor momento. Las facturas de hospital se fueron acumulando. Su madre acudía a amigos y a fans en busca de ayuda y Jason se dedicaba a criar cabras y pollos en una granja de Virginia mientras preparaba su regreso musical, un regreso truncado por los excesos de una década sobre las tablas, en camionetas, en el estudio. Una década de gran música y mala vida».

Un músico excepcional, con toda la pinta de ser un ser humano no menos maravilloso. Un recuerdo emocionado para él, con una de sus colosales canciones, Didn’t It Rain, muy folkie, minimalista e introspectiva por la que le conocimos hace ya muchos años.

Posteriormente, viró, ya con banda potente y tal (visitó Bilbao al menos una vez, que recordemos), hacia el rock y el blues/rock, logrando acceder a públicos más amplios, pero nosotros nos quedamos prendados de su poesía y su manera de cantar con esta canción, y es por eso que os la ponemos aquí.

Jason, miramos las fotos que nos hicimos contigo y no podemos soslayar la tristeza tremenda que nos invade, ni lo queremos. Es nuestra manera de sentirte más cerca, ahora que te has ido para siempre. Descansa en paz.

Evaluamos a priori, el interés de los conciertos del BBK LIVE 2013

10, lo más interesante, el gran acierto de los programadores:

ALT-J, los novísimos y aclamadísimos debutantes británicos que mezclan casi todos los estilos y consiguen el pop-folk electrónico más acojonante. Autores de uno de los mejores discos de 2012, no los ha visto nadie en directo todavía. Concierto único en España, de momento.

9, a no perderse:

TWIN SHADOW, un joven dominicano afincado en Miami que ha revitalizado el pop bailable combinando la new wave ochentera y con teclados más refinada con los guitarrazos en plan Psichedelic Furs, a lo que añade la electrónica menos cool y los ritmos del dance alternativo, conquistando la escena indie y animando el cotarro con sus dos discos, enigmáticos, nada facilones y muy sexy. Una bomba, ved el video de abajo.

8, busca tiempo para verlos y no te entretengas en la barra o de charla por ahí:

a) los eternos, technopop allá en los 80s , aún relativamente vigentes y cada día más guitarreros; y, lo más importante, cañeros y casi infalibles en directo DEPECHE MODE

b) el atractivo, seductoramente oscuro y melodramático crooner underground MARK LANEGAN. Solo una pega: quizá esté demasiado visto por estos pagos; de hecho, presentó hace dos o tres meses su potente (aunque algo monótono) último disco en el Kafe Antzoki de Bilbao

c) nos gusta más Dominique A, pero BENJAMIN BIOLAY mola también, ojalá hubiera en España dos artistazos jóvenes de esta talla y tan trabajadores (BB tiene, por ejemplo, 14 discos), que llevan casi 20 años grabando. Difícil de ver en concierto, no nos convenció Benjamin Biolay -frío, poco comunicativo, mucha pose y ensimismamiento-cuando lo vimos hace años en Barcelona ni su último disco es tan bueno como su obra anterior, pero nadie discute su talento e imaginación renovando la chanson francesa. Con un aliciente añadido: le acompañará (en guitarra y voces) en este concierto CARL BARAT, ex-miembro de Libertines. Curioso.

7, apetecibles, pero en principio tanmpoco son imanes que nos atraigan irremisiblemente:

a) molones, muy pop, con buenas voces y melodías y singles tararaeables; y poco vistos: TWO DOOR CINEMA CLUB

b) CHARLES BRADLEY, soul y funk con un artista de bastante nombre pero pocos discos; veremos lo que da de sí, pero es una buena idea traerle

c) FERMIN MUGURUZA, con su proyecto KONTRAKANTXA. Gran músico vasco, impenitente ideólogo radical, poderoso personaje.

6: para bailar de madrugada, tras los conciertos pop y rock:

SOULWAX por un lado y FATBOY SLIM por otro. Aporten ya bien poco a la música, pero son propuestas casi infalibles para divertirse. Y también DELOREAN, o la electrónica pop vasca más internacional, para menear el esqueleto al estilo indie, menos impulsivo y como fijándose más en lo que suena.

5: para cotillear y comprobar cúanto de vivos (o de muertos) están figurones en claro declive como:
KINGS OF LEON, KLAXONS, GREEN DAY o incluso EDITORS.

Os dejamos con Twin Shadow: «Five Seconds», temazo de su segundo y último disco, «Confess». Si eres habitual de La Estación seguro que has escuchado esta canción más de una vez. No nos digáis que no va molar verle sobre el escenario en el BBK Live:

Opiniones sobre «Los amantes pasajeros», «En la niebla» y un poco de buena música

martes: FRÍO, NUBES Y LLUVIA, VOLVEMOS A LAS ANDADAS, COMO ALMODÓVAR. Y NO LE VEMOS LA GRACIA, NI AL MAL TIEMPO NI A “LOS AMANTES PASAJEROS”. SUPERVIDEO DE LAMBCHOP, LA MÚSICA MÁS HERMOSA Y ELEGANTE IMAGINABLE.

La última película de nuestro director más internacional supone un paso en falso del cine español tras sus recientes y merecidos éxitos (“Blancanieves”, “Grupo 7” y “Con la pistola en la mano” nos parecen espléndidas; y “Lo imposible” tampoco estuvo mal).
“Los amantes pasajeros” es una anacrónica e inoportuna vuelta atrás a los felizmente olvidados tiempos de las disparatadas, juveniles y cutre-kitch “Qué he hecho para merecer esto”, “Pepi, Luci…”, de un director que parece arrepentirse de la seriedad y -suipuesta- trascendencia de los dramas de sus dos últimas pelis (notable “Volver”; penosa y errada “La piel que habito”) y parece querer reinventarse mirando al pasado. El problema es que, aun manteniendo el pulso para resolver algunas escenas y pese a un elenco de actores impecable (aunque de desigual acierto en la interpretación: estupendos Javier Cámara, Lola Dueñas y Carlos Areces; dan pena los cameos de Penélope Cruz y Antonio Banderas, y naufragan los casi siempre impecables Raúl Arévalo, Cecilia Roth y Antonio de la Torre, que parecen no creerse sus papeles, y los irregulares y guapos oficiales Hugo Silva y Miguel Ángel Silvestre, pero lo de estos dos es otro asunto), la peli no deja de ser una patochada, una simple ocurrencia estirada hasta lo inadmisible para un espectador exigente y/o acostumbrado al cine creado para consumidores inteligentes, que no dejan su capacidad de pensar en la puerta. Uno se lo pasa bien, porque todo, incluido la peli, se lo acaba tomando a guasa y a este Almodóvar, el gamberro e iconoclasta (aun siendo fiel a sus iconos, claro), no se la ha olvidado del todo hacer cine; pero es que no hay por dónde coger el filme. El guión no se sostiene, por simple, obvio y esquemático (las alusiones a la realidad político/económica y la corrupción parecen redactadas por un torpe alumno de bachiller resacoso que teme un suspenso si no entrega algo viable) hasta el despropósito, los gags (siempre esenciales en una comedia costumbrista como esta) no siempre funcionan y aun no exentos de comicidad, recurren a lo más superficial y requetevisto de la escatología, el mariposeo y la imaginería gay, la cultura popular consumista, lo cutre y excesivo (omnipresentes las versiones más irreverentes del sexo, y del consumo de droga y alcohol) en cada escena, la mofa a lo convencional… O la hipérbole narrativa, forzada sin pudor alguno (la escena del suicidio de Paz Vega y la consiguiente historia que la liga con la guapísima Blanca Suárez y un inverosímil Willy Toledo que encarna a un actor de relativo éxito)… O la producción, de opereta de tercera, cómo se fuma la escena del aterrizaje forzoso, cómo decora el interior del avión, en fin…

Sobran las razones para desaconsejar el gasto de casi ocho euros para ver la última de Almodóvar, pero a pesar de que constituya un desastre de principio a fin, de que se trate de una comedieta de segunda para pasar el rato durante hora y media (riéndote con ganas tres o cuatro veces) y olvidarla para siempre en la siguiente media hora… no lo haremos, no te diremos que no vayas a verla, porque, pese a todo, se puede disfrutar del trabajo de algunos actores, por el despiporre y el desenfado obsceno y carnavalesco que presiden la peli en todo momento… y porque algunas ideas y su desarrollo en escenas son desternillantes.

Por tanto, estamos con los críticos (creemos, tambièn nosotros, que “Los amantes pasajeros” es infumable, de lo peor de la larga y desnortada carrera de Almodóvar, que parece haber copiado –y con errores manifiestos- al Álex de La Iglesia de sus escenas menos afortunadas, por no decir que recuerda a las astracanadas vergonzantes de Manolo Ozores), pero también estamos con el público, que, como hicimos nosotros, ha corrido en masa a ver la peli. Quizá sea que necesitamos evadirnos de tanta presión, olvidar tantas malas noticias como nos acosan últimamente… y que no nos gusta perdernos ni una sola peli de Almodóvar, por mucho que haya en nuestro país dos docenas de directores con más cosas que decir y con mejor cine en su cabeza que Don Pedro.

En las antípodas de la peli de Almodóvar, brilla en la cartelera “EN LA NIEBLA”, obra desoladora sobre la condición del ser humano, sobre su comportamiento cuando debe desenvolverse en una situación extrema que no puede controlar como, en este caso, la guerra y sus consecuencias derivadas (la cruel y despiadada lucha de los colaboracionistas bielorrusos -aliados a los invasores nazis- contra sus vecinos de toda la vida, ahora enemigos por ser partisanos, por ejemplo), de un realizador bosnio que procede del documental, Sergei Loznitsa. Muy recomendable, a pesar de que le sobra casi la mitad del metraje, de que adolece de momentos aburridillos, de que la narración fluye a menudo demasiado lenta y morosa y de que el desenlace deviene bastante previsible. ¿Entonces? Es que, queridos amigos, todo lo demás es portentoso, abrumador, impactante sin recurrir a lo obvio ni a la exageración. Incluida la fotografía (¡cómo se retratan los rostros, se filman las caminatas, y se representan, casi al modo pictórico, los bosques, la niebla, las casas, la lluvia, la nieve…!), las interpretaciones (soberbias, parece mentira que actores del todo desconocidos puedan ofrecer tan perfectas prestaciones) y la planificación (unos inacabables pero bellísimos y justificados planos secuencia, y unos planos fijos subyugantes, casi siempre con dos personajes en diálogo) nos encantó, hasta el punto de que roza la perfección expresiva. Cine, este de «En la niebla» con mayúsculas, indigesto y sombrío, áspero y lúcido en el análisis del egoísmo de las personas y la fatalidad de su existencia, pero emocionante, verosímil y ennoblecedor (por el desarrollo de la trama, la objetividad en el análisis, y por el único final admisible de tan duro relato, que no revelaremos).

Eso sí, “En la niebla” no es una peli para matar el tiempo, y gustará sobre todo a los cinéfilos que detestan perderse buenas pelis, por mucho que las echen solo en los Golem en Bilbao y por duras que resulten; a los aficionados a los imperecederos dramas de Shakespeare o Goethe que desbrozan sin piedad el laso más oscuro de la condición humana, y para quienes están interesados en la reflexión histórica sobre las guerras y sus consecuencias en el plano más micro, el de las personas y las pequeñas comunidades.

Os dejamos con música elegante, la de una banda que unió hace ya unos 20 años (y sigue haciéndolo, para nuestro gozo) el country con el rock exquisito y cadencioso, con el soul más recogido, el jazz y la música de barítono estilo crooner. Hablamos de LAMBCHOP, genial proyecto del enorme Kurt Wagner. Les vimos por última vez en un fastuoso y casi barroco concierto en Bilbao hace poco más de un año, con mucho público (lo que nos sorprendió y alegró a la vez) en la sala BBK. ¿La música más hermosa imaginable? Pues quizá sí. Y nos quedamos tan anchos.
Os dejamos con este video, porque nos encanta ver a Kurt, sus movimientos, su manera de cantar, sus gestos…, nos gusta más que comer este artista. Probad a escucharlo, si gustáis.

Txema Dominguez nos habla sobre su exposición.

HABLAMOS CON TXEMA DOMÍNGUEZ, que al día siguiente de colgar sus cuadros en La Estación (el jueves por la noche) partió para Madrid, con la intención de ver la expo de los impresionistas en el Thyssen. Lo que sigue es un resumen de lo que nos contó por teléfono, sentado en el banco que hay frente la puerta del museo:

EL DNI del artista

Es de Getxo («de toda la vida; vivo a 50 metros de la playa de Arrigunaga»), tiene 64 años, se acaba de jubilar, fue siempre informático desde que comenzó a trabajar, «cuando la informática era otra cosa» y aunque tiende a pintar bosques, porque adora los árboles, necesita tener el mar cerca («me gusta verlo y oírlo, pero no me atrae nada pasarme horas tomando el sol, prefiero pasear por la playa cuando no hay gente»), lo que casa perfectamente con que su segunda vivienda la tenga también en la costa, en el otro extremo del país, eso sí, en Almería. Lee mucho, casi todo biografías (está terminando una muy extensa sobre Van Gogh) o que traten temas específicos, como matemáticas o filosofía; la narrativa de ficción, las novelas -que a otros tanto nos apasionan-, últimamente le interesa más bien poco. En música, reconoce que se ha quedado «un poco atrás», escucha sobre todo rock sinfónico, en plan Pink Floyd, Genesis…; de sus preferencias en materia de cine nos cita al «inmortal» Kubrick.

¿Pintores favoritos?

«Los impresionistas, Monet, Chagall, Manet, Degas, Van Gogh, pero todos en general». En cuanto a su estilo, matiza: «Aunque parta de la base del color del expresionismo, de que se vea la mano y la emoción del artista, me gusta esa primera impresión de las cosas, los trazos espontáneos».

¿Cómo se enfrenta al trabajo pictórico?

«Lo más habitual es que primero fotografíe los paisajes, y tras haberlos estudiado a fondo, pinto, ya sea en óleo o en acuarela, o en acrílico y óleo (los cuadros de la expo de La Estación son «técnica mixta, acrílico y óleo»).

¿Por qué todos los cuadros de la expo son de árboles y bosques?

«Desde muy joven tengo una fijación por árboles y bosques, mi pintura es una forma simbólica de contribuir a que no desaparezcan los bosques y su entorno cercano, a reforzar su imagen positiva y subrayar lo que significan; el día en que los bosques dejen de existir se nos caerá encima el firmamento». También pinta sobre otros temas, «pero en menor medida. Para mí los bosques son una filosofía, me dicen tantas cosas, son tan inspiradores y relajantes, y resultan tan necesarios para todo; los veo como el reflejo de la vida». ¿Los otros cuadros? «Pinto también marinas e incluso algunos paisajes urbanos». Una curiosidad: «nunca pongo personas en mis pinturas de bosques, y la verdad es que no sé por qué, pero es así».

¿Los bosques son de por aquí cerca o de otras regiones?

«La mayoría son de la zona de Segovia, de donde es mi mujer. Me encanta pasear y reflexionar, observando los árboles y los cambios de la naturaleza. Por tanto, muchos de esos paisajes son castellanos: pero no todos, algunos proceden de mi imaginación, son mis bosques interiores, de origen desconocido».

¿Cómo podemos comprender mejor estos cuadros y disfrutar de esta expo de La Estación?

«Me gusta que mi pintura trasmita emociones sencillas pero trascendentes, para contrarrestarlas con el agobio y el estrés con que vivimos; quiero que alegren el espíritu y creen un poco de paz y tranquilidad en el espectador. Y para eso sugiero que se contemplen los cuadros con tiempo y fijándose en los detalles y en lo que nos recuerda cada paisaje, lo que nos dice cada obra».

Listo. Ahora solo os queda pasaros por La Estación y gozarla viendo los cuadros de Txedma Domínguez

Nos despedimos con DEVENDRA BANHART, icono -desde hace ya una década, aunque sigue de plena actualidad- del free folk raruno pero dentro del fenómeno hippie/chic, con una particular devoción, en lo musical, por el tropicalismo y la sicodelia. Tras casi cuatro años de silencio en materia de grabaciones, entregará Devendra el próximo 12 de marzo nuevo y atractivo disco, de título «Mala». Siempre nos ha gustado Banhart, lo hemos visto muchas veces en directo; en España ha tenido muchos fans desde el mismo principio de su carrera: hace ya unos ocho años, cuando casi nadie le conocía, tocó en Bilbao y fuimos no menos de 200 aficionados a Bilborock un día de labor frío y lluvioso, desembolsando una entrada bien carita. Añadido a que técnicamente se muestra impecable cantando y tocando, Devendra es uno de los artistas más imprevisibles y libres que se pueda ver sobre un escenario; si escuchas esta canción casi seguro que comprendes por qué esperamos con tanto interés a que publique sus nuevas grabaciones.

Gran ambiente con Choni Parton

INCREÍBLE AMBIENTE EN EL CONCIERTO DE CHONI PARTON DE AYER. ENTREVISTA CON EL PINTOR TXEMA DOMÍNGUEZ QUE EXPONE SUS CUADROS DURANTE TODO EL MES. Y YA HEMOS TERMINADO DE COCER EL PULPO Y LOS CARACOLILLOS PARA EL APERITIVO ESPECIAL DE HOY EN TU LOCAL FAVORITO, EN L ATERRAZA QUE LUCE PRECIOSA ESTE MEDIODÍA.

Fue la segunda vez y, con total seguridad, no será la última. CHONI PARTON volvieron a demostrar ayer el porqué de su fama: un repertorio infalible en clave country-pop pero que va desde el rock setentero hasta el folk, grandes hits pero de calidad musical, pop y soul.., emitido siempre con un espíritu alegre y desenfadado. Son una banda que funciona perfectamente, y en la que destacan en su desempeño el sector femenino, Adela a la voz y guitarras, y Jugatz, al chelo. Saben animar al público y desarrollar un set impecable, que aúna la calidad instrumental (con estupendos arreglos y detalles de creación propia, sobre todo para el chelo, en canciones muy conocidas) con el ambiente bailable y festivo. Una gozada. Al terminar, nos prometió Adela nueva visita, pero con un repertorio muy distinto, que constituirá una sorpresa, pues va de un estilo que nunca se ha visto en los conciertos de La Estación.